Neptalí Carpio

La democracia y el senderismo político

La democracia y el senderismo político
Neptalí Carpio
15 de septiembre del 2017

Urge replantear las estrategias para enfrentar a SL

Pasará mucho tiempo aún para que nuestra sociedad logre asimilar una situación en la que Sendero Luminoso sea una fuerza política y ya no una maquinaria sanguinaria de terror. Más allá de la histeria y el morbo mediático que se destila en estos días, a propósito de la liberación de Maritza Garrido Lecca y de un aniversario más de la captura de Abimael Guzmán, el hecho rescatable es que en medio de esta monopatía de algunos medios de comunicación viene surgiendo una corriente de opinión que replantea la manera de enfrentar a Sendero Luminoso.

Y llegará, incluso, el momento en que Sendero Luminoso pueda ingresar a la legalidad electoral, a condición de renunciar a su pensamiento violentista y pedir perdón a la sociedad por su nefasto pasado. Pero, hoy por hoy, es innegable que, frente a la precariedad de los partidos políticos, es el actor político mejor organizado, a través del Movadef, y fortalecido por la liberación de cientos de dirigentes que fueron condenados por terrorismo.

El eje del replanteamiento para enfrentar al grupo fundamentalista radica en la constatación de que se está combatiendo ya no a un grupo que realiza acciones terroristas, sino a uno que realiza intensa actividad política e ideológica. El enfrentamiento no es principalmente policial o punitivo, sino ideológico y político. En consecuencia, es una tarea principalmente de los partidos políticos, los intelectuales democráticos y los medios de comunicación.

Es aquí, entonces, donde aparece la debilidad de la democracia peruana. Vacía de una comunidad política de partidos, sin enraizamiento social en regiones y provincias, y con gran pobreza intelectual de sus dirigentes. Una democracia hueca, llena de formalidades y leyes contra el senderismo, pero vacía de contenidos para encantar a los jóvenes y la sociedad en general. Paradójicamente, así como la acción demencial del terrorismo obligó en los años ochenta y noventa a las élites limeñas a mirar las miserias de los Andes peruanos, ahora —cerca del Bicentenario— obligará a los partidos, la academia y los medios a renovar su pensamiento y práctica social, y a retomar el valor de las ideologías y programas para renovar institucionalmente los partidos políticos.

Un incidente reciente ocurrido en la Universidad Católica de Lima, donde senderistas sorprendieron a parcos y veteranos intelectuales hablando sobre el fenómeno de la violencia, sin que estos supieran cómo actuar frente a la altisonante prédica de militantes del Movadef solo es un anuncio de lo que se viene en los próximos años. La firme respuesta a ese tipo de actitudes intolerantes del senderismo, ahora en plena actividad política, ya no es principalmente una labor policial ni de los académicos, sino de los partidos políticos bien organizados y con militantes preparados para desenmascarar su prédica. Se requiere volver a épocas cuando los partidos tenían sólidas organizaciones juveniles, impregnadas de un discurso visionario frente a las nuevas generaciones.

Las propias redes sociales son ya un intenso espacio de disputa intelectual contra una peligrosa coalición variopinta que difunde un discurso catastrofista contra la inversión privada y la globalización, retomando arcaicos nacionalismos. Es una violencia virtual llena de odio que quiere construir un imaginario en el que el Perú se encuentre al borde del abismo, cuando eso no es cierto. La explosión de la opinión que generan las redes sociales es utilizada también, con una producción audiovisual y gráfica que en el fondo lleva un discurso intolerante y lleno de violencia. ¡Cuidado! Es el nuevo terreno que quieren copar diversas expresiones fundamentalistas, y en el que pueden tener impacto, sobre todo en los jóvenes.

Pero también es cierto que el lenguaje senderista obtiene réditos por las propias debilidades del Estado. Su prédica apela a la corrupción estatal, la desigualdad salarial, el abandono de los servicios sociales y la ausencia del Estado en amplios sectores de territorio nacional para articular una ofensiva ideológica, como si estuviéramos en una situación que legitime el crecimiento de una opción antisistema y anticapitalista. Por esta razón, el enfrentamiento al senderismo político requiere también que la democracia recupere autoridad moral, con capacidad altamente punible frente a la corrupción, a la desidia de la autoridad y el avance del narcotráfico.

Sospecho que los nuevos actores democráticos que de veras tomen la decisión de enfrentar al senderismo político en todas las esferas de la sociedad serán aquellos en los que más adelante se verán surgir la renovación del liderazgo democrático, con partidos sólidos y una visión del país. Es en este contexto que cobra plena vigencia que el Congreso de la República discuta y apruebe una ambiciosa reforma política y electoral para generar un nuevo cauce de refundación de los partidos políticos en el Perú. ¡Cuánto quisieran los senderistas que esa reforma no prospere, para seguir llenando ese enorme vacío de intermediación social que han dejado los partidos políticos, incluida la propia izquierda!

Neptalí Carpio

 

Neptalí Carpio
15 de septiembre del 2017

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