Darío Enríquez

La decisión electoral más importante de nuestra historia

¿En serio hay quienes creen que no tenemos nada que perder?

La decisión electoral más importante de nuestra historia
Darío Enríquez
01 de junio del 2021


El título de esta entrega puede parecer exageradamente dramático. Sin embargo, la cruda realidad de la decisión que enfrentamos los peruanos el próximo seis de junio supera toda previsión. Recuerdo que en medio de la grave crisis del modelo socialista impuesto por la dictadura militar en 1968 –modelo que fuera enfrentado y revertido en los años noventa– se decía que no debíamos preocuparnos porque aunque soportábamos la peor crisis económica y social de nuestra historia, los países nunca quiebran. Pero en 1990, quebramos como país, y además caímos al abismo de la inviabilidad. Hasta hoy seguimos sufriendo las graves secuelas de esa quiebra que, entre otras cosas, se manifestó por la propagación del hambre y la miseria en nuestros Andes como no se había visto ni en épocas de guerra o catástrofes naturales.

El Perú de hoy, pese a todos los problemas que aún quedan pendientes de atención, es inmensamente superior al país sufriente, colapsado y exánime que era en 1990. No hay punto de comparación. Negarlo no solo es necio sino también absurdo. Sin embargo, nos encontramos ante la inminencia de una suerte de suicidio colectivo. Objetivamente, la decisión electoral luce bastante elemental y obvia, pero emocionalmente no termina de encuadrarse en la realidad. Es cierto que no solo los pensamiento sino también los sentimientos juegan en este tipo de decisiones, pero como que estamos extralimitándonos "un poquito".

Todos los defectos que muestran los sistemas de democracia representativa parecen haber tomado cuerpo irrebatible en nuestro Perû. Es increíble ver cómo el nuevo Congreso, electo apenas hace dos meses, para mucha gente ya no es lo representativo que debiera como expresión de voluntad popular y diversidad política, pese a que ni siquiera ha iniciado funciones. Se hicieron reformas al sistema electoral contando con el concurso de un disparatado "grupo de notables" y el clamoroso sinsentido del referéndum sí-sí-sí-no promovido por el siniestro Martín Vizcarra, lamentablemente apoyado por las masas enceguecidas. Una desgracia. Todo está peor que antes, ninguna expectativa de mejora se ha validado en la penosa realidad de nuestro sistema electoral.

Esta elección no solo representa la decisión colectiva más importante de nuestra historia, sino que nos ha revelado en su verdadera magnitud una serie de carencias, deficiencias y paradojas en la vida nacional. Las reseñaremos brevemente a partir de la evocación de las vivencias de quienes pueden ser considerados referentes mediáticos, líderes de opinión (¿? ¡!) o personajes relativamente notables en el quehacer nacional.

Feminista. Puede ser cualquiera que haya convertido su militancia en el feminismo de género y de izquierdas en la supuesta razón de ser en su lucha social y política. En primera vuelta decía que ya era hora que una mujer sea presidente (pensando en su opción política de izquierdas). En esta segunda vuelta, ve a un lado y hay una mujer que pierde su condición de tal por no ser de izquierdas, por lo que desde siempre es su archienemiga; ve hacia el otro y allí hay un desconocido machista, heteropatriarcal, misógino, homofóbico, pero de izquierdas. ¿Qué cosas, no?

Intelectual. Periodista en su tiempo libre. O al revés, no importa. Siempre transmitió una imagen culta, reflexiva, analítica y jacobina. De izquierdas, por supuesto. Todo junto y mezclado. Su verbo, muchas veces encendido e indignado frente a la ignorancia y la incultura, solo es superado por una prosa alambicada, rebuscona, prolija y provocadora. Se muestra como el epítome de la objetividad y la opinión basada en evidencias e información de calidad. No soporta a "esa dinastía japonesa", pero al otro lado está todo aquello que considera alejado en extremo de su elevada intelectualidad. Deplora, rechaza, condena y descalifica a quienes considera infradotados intelectualmente. Piensa que "este país" (nunca dice "nuestro" país) ya es un caso perdido. ¡Me doy!

Empresario. De los grandes. Amigo y generoso donante de causas social-constructivistas, que algunos llaman "progresistas". Nunca dio ni un centavo para centros de investigación o colectivos que defienden las libertades económicas. Ve con desconfianza a los intelectuales de derechas y en sus medios masivos de comunicación tiene poco o nulo espacio para ellos. Durante 21 años, su maquinaria mediática ha hecho trizas la imagen de una candidata y en los últimos 21 días ha intentado rectificar tanta infamia, mentira y ajusticiamiento mediático-político, apoyando a esa candidata. Sus medios ya no tienen credibilidad. Lo paradójico es que hoy parece que perderían mucho si el otro candidato gana la presidencia y en la práctica, sería cómplice de su propio ajusticiamiento. Sea por los 21 años previos, por los recientes 21 días o por ambas cosas. ¡Nadie sabe para quién trabaja! 

Clase media. De los niveles socioeconómicos B y C1. Han dado un salto importante en calidad de vida durante las últimas dos décadas, el más importante entre los diversos niveles socioeconómicos. Viven en las principales ciudades del Perú. En su mayoría, desprecian a la candidata. Dijeron sí-sí-sí-no al sátrapa Vizcarra, y algunos hasta votaron por él para el Congreso. Son los que perderán automáticamente mucho más que otros si el estatismo salvaje se instaura en el Perú. Es el bloque cuya votación inclinará la balanza en esta cerrada final. ¿Por fin estarán a la altura de las circunstancias?

Como vemos, el momento es complicado, y aunque sintamos que todo va mal, siempre puede ir peor. Cuidado. Es la decisión más importante de nuestra historia. De nosotros depende. ¿Estamos preparados? ¡Dios mediante, esperemos que sí!

Darío Enríquez
01 de junio del 2021

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