Luis Hernández Patiño

Jugando a gobernar

Cualquiera puede ocupar una cartera ministerial

Jugando a gobernar
Luis Hernández Patiño
20 de marzo del 2019

 

Viene a mi memoria una vieja canción cuya letra empieza diciendo: “Juguemos en el bosque, mientras que el lobo está”. Y tal vez debería experimentar algo de nostalgia, por lo que me tocó vivir en medio de la inocencia de aquellos años de infancia que ya se fueron. Pero resulta que no es nostalgia lo que siento, sino una gran preocupación, porque al repasar la letra de aquel canto me abordan ciertas ideas que me hacen detenerme frente a la seriedad de lo que está pasando en nuestro país.

Hoy, los pequeños siguen jugando a la ronda y cantan esa misma canción. Con gran energía y entusiasmo, preguntan una y otra vez: “¿Lobo, qué estás haciendo?”, y escuchan que este les va respondiendo: “Estoy poniéndome la camisa; me estoy amarrando los zapatos, la corbata”. Entre los mayores hay quienes se divierten viendo jugar a los niños y hasta participan de la ronda. Con la fuerza que les da el desarrollo de sus pulmones, ellos también gritan a modo de entretenimiento: “¿Lobo, qué estás haciendo?”. Y en medio de la inocencia infantil, el juego continúa.

Sin embargo, un buen número de adultos ni sospecha que, más allá de lo metafórico o lo fantasioso de la letra de aquella canción, el lobo se ha terminado de vestir, se ha puesto su piel de cordero y, sin hacer el anuncio que se escucha en la ronda: “¡Allá voy”!, ha tomado por sorpresa a propios y extraños, apoderándose de nuestras estructuras. Ahora, el lobo y sus amigos de derecha e izquierda realizan su propio juego, el cual es muy distinto. Nos quieren hacer cantar una nueva versión del “Arroz con leche”, pero en el fondo, obviamente, no es a la ronda que están jugando. No, a lo que ellos están jugando es a gobernar.

En el terreno de los hechos, aquello que se suele llamar Gobierno no es más que un juego que parecer muy lucrativo y, por lo tanto, provocativo. Cómo será la cosa que, al momento de preguntarle sobre sus inicios, más de un aventurero de la política podría respondernos cantando la canción del recordado César Altamirano: “Todo empezó como jugando”. Lo único que tales aventureros no se atreverían a añadir es: “Nunca pensé enriquecerme tanto”.

Eso explica los inmensos problemas que hasta hoy nuestra sociedad enfrenta, sin encontrar una real solución. Al respecto, el tema no es la falta de recursos: recursos ha habido y hay. El tema de los problemas sin solución pasa por la ausencia de un verdadero Gobierno que se ocupe de nuestra realidad. Pero que se ocupe en serio.

Si aquí se estuviese gobernando de verdad otro gallo cantaría. Pero no es así, tan solo se está jugando a gobernar. La prueba de ello es que el funcionamiento de nuestro Estado no se ajusta a una agenda basada en planes y programas de gestión que apunten a satisfacer las demandas de nuestra propia realidad. En efecto, tenemos una infinidad de necesidades no atendidas, en los sectores menos favorecidos de nuestra sociedad. Y no se diga que tales necesidades son algún tipo de psicosocial. Sin embargo, frente a todo ello, nuestras ¿autoridades? están sumamente empeñadas en cumplir, como obedientes niños, con la puesta en práctica de una agenda política, económica y cultural que viene de afuera y que no representa ningún tipo de juego.

Un ejemplo de lo expuesto guarda relación con lo que sucede en el terreno de la educación, en el que el atropello a los derechos humanos de nuestros pequeños no parece importarles nada a los amigos y sobre todo a los económicamente beneficiarios de lo políticamente correcto. Así pues, no es difícil constatar cómo es que nuestros niños requieren de colegios materialmente bien equipados y de condiciones efectivas, para acceder a una educación digna y de verdadera calidad. Sin embargo, nótese que, frente a ello, quienes andan jugando a gobernar nuestro país están sumamente preocupados en someter a los más pequeños a la influencia propagandística de la nefasta ideología de género, usando para ello las facilidades y los recursos del sistema educativo de la nación. ¿Por qué? Porque la imposición de esa ideología es parte de todo un plan de trabajo que se desarrolla a nivel internacional, con el propósito de justificar como algo normal y supuestamente necesario la pulverización de nuestro Estado. Esto último es requisito fundamental para la implementación de un proyecto de gobierno de carácter mundial, que no necesariamente se inspira en la vigencia de una economía de mercado, sino en un régimen económico de tipo centralista y, por supuesto, de carácter totalitario.

En el Perú hay una realidad que no necesariamente se ajusta a lo que nos pretende presentar el poder mediático. En el fondo, lo que tal poder nos ofrece no es más que un sofisma de la realidad. Así, se nos habla de un país que cuenta con instituciones democráticas, con genuinos representantes del pueblo, con ministros y de más autoridades, cuando lo que vemos es todo lo contrario.

En los hechos, se está jugando a gobernar, y es por eso que cualquiera puede ocupar la cartera ministerial que sea, con tal que tenga alguna maestría en género. Sí, entre nosotros se está jugando a gobernar, mientras que desde afuera se nos gobierna a partir de agendas muy concretas como la de la OCDE.

 

Luis Hernández Patiño
20 de marzo del 2019

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