Dardo López-Dolz
Inseguridad: alimentos sin cadena de frío

Por las deficiencias de nuestro sistema carcelario
Normalmente, cuando nos cuestionamos acerca de las políticas estatales para combatir la inseguridad, concentramos nuestra atención en lo que hacen la Policía y el Ministerio del Interior. En consecuencia, los sucesivos gobiernos concentran su esfuerzo, y el consiguiente despliegue mediático acerca de los éxitos (sean estos reales, sazonados, inflados o inventados) en la lucha policial contra la delincuencia.
Para nadie es un secreto que, como el resto del aparato público, tanto la Policía como el Ministerio Público y el Poder Judicial están grave y crecientemente infectados por la corrupción. Pero no todos los delincuentes que salen libres deben el ¨favorcito¨ a un juez con ¨espíritu comercial¨. A menudo la necesidad de éxitos de la autoridad política acaba presionando (con o sin conocimiento del ministro) a las direcciones operativas de la PNP para que apresuren capturas, lo que evita capturar a toda la célula (como sucedió con el caso del sospechoso de terrorismo Muhamar Hamdar) o la banda. De paso se debilita la contundencia del caso, haciendo que el juez acabe obligado a liberar los detenidos, volviendo pírrica la publicitada victoria policial.
Pero hay un aspecto importantísimo de la lucha contra la delincuencia que se viene dejando de lado desde hace mucho: la insuficiente capacidad de las cárceles y la ineficiencia del sistema carcelario para aislar al delincuente de sus seguidores y cómplices. El hacinamiento penitenciario, además de inhumano, mezcla experimentados delincuentes violentos con principiantes o primerizos, convirtiendo al penal en una infernal universidad del delito, en la que los capos o taitas siguen ejerciendo su poder en sus respectivas bandas criminales.
El esfuerzo exclusivamente policial, sin un correlato previo en materia carcelaria, equivale en términos industriales, a esforzarse en mejorar una industria procesadora de alimentos perecibles sin preocuparse de tener una adecuada cadena de frío. Todo el esfuerzo será en vano y lo que se alcance a producir, así sea de gran calidad, acabará pudriéndose al final.
Hace falta priorizar una rápida agenda penal discriminada. Además de incluir sanciones distintas (como grilletes electrónicos, centros de semilibertad y trabajo comunitario) para los delitos que no hayan implicado deliberada violencia física o amenaza de la misma, se debe combinar la construcción pública de penales con la construcción por OxI o en APP, combinando la capacidad estatal con la concesión para permitir pronto un tratamiento diferenciado eficaz del criminal avezado (difícilmente recuperable) y del que recién se inicia en el camino delictivo.
En estos tiempos en los que la criminalidad (incluido el terrorismo) es a menudo transversal a las fronteras, el Ejecutivo debiera trabajar agresivamente en la consecución de tratados que permitan acceso cruzado gratuito de nuestra Policía y la de otras democracias reales a las bases de datos de delincuentes y condenados. De paso se acabaría por derrumbar el que entiendo es el único obstáculo supérstite para que los ciudadanos peruanos accedan a los EE. UU. sin necesidad de visa.
El Ministerio Público y el Poder Judicial deberán iniciar pronto la revisión de sus procesos y su personal, antes que la indignación ciudadana llegue a niveles inmanejables. Pero eso es por sí solo, materia de un artículo completo.
Dardo López-Dolz
COMENTARIOS