Raúl Mendoza Cánepa

Hernando de Soto y los otros

Revalorar el liberalismo desde abajo, el capitalismo popular

Hernando de Soto y los otros
Raúl Mendoza Cánepa
05 de julio del 2020


Si un
outsider merecía en 1990 enfrentar a Fujimori era Hernando de Soto. Vargas Llosa tenía la teoría libertaria y una fama mundial que lo hacía llamativo para el Nobel; como la tiene hoy De Soto, que podría ganar el Nobel de Economía. Quizás el Movimiento Libertad hubiera sido el eje articulador que uniera a liberales como a intelectuales no tan liberales, pero que sabían que el tema del Perú era el potencial de los pobres. Era el liberalismo desde abajo, el capitalismo popular, no elitista ni excluyente, enraizado en el ingenio empresarial del pobre; a contrapelo de ese Estado que lo oprime, lo persigue y lo empuja siempre al fondo. 

Difícil imaginar a De Soto jugando como Forsyth a perseguir ambulantes o, como la mayoría de alcaldes, que creen que ordenar es uniformar al emolientero o cerrar restaurantes. La verdadera política genera inclusión. Ollanta Humala llamaba “inclusión” a la asistencia; pero es más, es oportunidad de autogestión, es hacer del pobre un empresario, un empleado, un propietario.

Si no lo sabe, la economía informal genera alrededor del 20% del Producto Bruto Interno y el 60% del empleo. Es una economía grande pero precaria, porque no tiene acceso a nada y porque se la pasa huyendo. Suma puntos al PBI (como el subregistro de muertes por Covid-19) pero no los contabiliza. Si le queda corto de por qué el Perú se perdió a De Soto en los noventa y debería tenerlo siempre en primera línea, el 70% de las viviendas son informales, y por eso hoy la pandemia nos pasa factura. No solo corren siempre el riesgo de desplomarse, están hacinadas. Nadie invierte en lo precario. Cimentar y extender o modernizar lo que no es tuyo no es tan rentable.

Dice De Soto que por la pandemia mueren más los pobres, pues como hay más gente humilde, que viven en espacios restringidos. Eso quiere decir que el contagio es mayor. Así, “esa misma gente va a morir más por las consecuencias económicas que por la enfermedad misma”. Hacinados en dos cuartos, en un primer piso a media caña. Añada a los que viven del día, sin ahorros, y que deben exponerse a la peste. No son irresponsables por subirse a un bus lleno, deben llegar, comen como usted y como yo. No tienen acceso al crédito ni cuenta bancaria ni ahorros ni seguros.

Cuesta creer por qué algunos políticos se cierran en temas que no aportan a los pobres, como reformas políticas que no nos rescatan de nada y temas que ideologizan las escuelas. Enséñenles a los niños a hacer empresa y no a tantear su placer, que de eso se encarga la vida. De Soto ni Roque Benavides se han postulado, pero los nombres que circulan no ofrecen ideas, creen que al Perú le basta la política. Las ideas en el Perú o no se entienden o van de frente al tubo; somos muy visuales, nos importa más el chaleco o el gesto que las fórmulas. Por eso estamos dónde estamos.

Raúl Mendoza Cánepa
05 de julio del 2020

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