Martín Taype
Hacia un Perú más fuerte
El papel de las mypes y el valor del talento nacional

El Perú atraviesa una etapa de importantes desafíos, pero también de oportunidades. Nuestra economía, aunque impactada por factores internos y externos, mantiene bases sólidas que permiten mirar el futuro con optimismo. La clave está en fortalecer los sectores que impulsan el empleo y la productividad, especialmente a las micro y pequeñas empresas (mypes), que constituyen el corazón del tejido empresarial del país.
Según un informe de Comex Perú, publicado el 15 de julio de este año, las mypes aportan actualmente alrededor del 14% del Producto Bruto Interno (PBI), frente al 25% registrado hace una década. Esta reducción refleja las dificultades que enfrenta el sector, pero también abre una oportunidad para diseñar políticas públicas y privadas más efectivas que estimulen su crecimiento sostenible.
Las mypes son las principales generadoras de empleo en el Perú, y su fortalecimiento tiene un impacto directo en la calidad de vida de millones de familias. De ahí la importancia de promover medidas que mejoren su formalización, acceso al crédito, capacitación y digitalización. Impulsar a las pequeñas empresas no solo dinamiza la economía, sino que también fortalece la inclusión social y la equidad de oportunidades.
Durante las últimas décadas, el Perú ha mantenido tasas de crecimiento económico sostenido, consolidando su posición como una de las economías más estables de la región. Sin embargo, el crecimiento por sí solo no basta: es necesario que se traduzca en desarrollo integral, en reducción de brechas sociales y en mayor acceso a servicios básicos. Ese es el gran reto pendiente.
En ese contexto, el país necesita una gestión pública más eficiente, transparente y meritocrática, capaz de enfrentar con decisión los problemas estructurales, como la corrupción y la inseguridad ciudadana. Son dos desafíos que limitan la confianza de los ciudadanos y de los inversionistas, pero que pueden superarse con liderazgo, instituciones sólidas y participación activa de la sociedad civil.
La indignación frente a los actos de corrupción es comprensible, pero también debe transformarse en energía para el cambio. Un Estado moderno debe promover la transparencia, la rendición de cuentas y la integridad en todos sus niveles, así como la colaboración público-privada para impulsar el desarrollo. La seguridad y la justicia son pilares esenciales para construir un entorno favorable al emprendimiento y a la inversión responsable.
Asimismo, es indispensable revalorizar el talento humano. El capital más valioso de cualquier organización —pública o privada— son las personas que la conforman. Apostar por una auténtica meritocracia basada en competencias y resultados permitirá elevar los estándares de productividad, innovación y servicio al ciudadano. Desde los puestos operativos hasta las direcciones ejecutivas, el Perú necesita profesionales comprometidos, capacitados y éticos.
En este último trimestre del año, más que centrarnos en los obstáculos, debemos enfocarnos en lo que podemos construir juntos: un país más competitivo, más justo y más seguro, donde el emprendimiento florezca y las inversiones generen desarrollo con responsabilidad social.
El Perú cuenta con una población joven, creativa y resiliente, con una tradición emprendedora que se renueva día a día. Si apostamos por la educación, la innovación y el fortalecimiento institucional, el país tiene todo para consolidarse como un referente de estabilidad y progreso en la región.
El camino hacia un Perú más fuerte y equitativo comienza por reconocer nuestro potencial y actuar con visión de futuro. Las mypes, los emprendedores y el talento nacional son la mejor muestra de que, con esfuerzo y confianza, podemos seguir avanzando hacia un desarrollo verdaderamente sostenible y compartido.
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