Eduardo Zapata

Habemus...Presidente

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Eduardo Zapata
09 de junio del 2016

Pero debemos continuar apoyando a nuestros líderes políticos

Cuando en medio de las expectativas de los fieles católicos reunidos en la Plaza de San Pedro asoma humo blanco por la icónica chimenea vaticana, una sensación de satisfacción invade todos y cada uno de los recintos de la plaza. Pronto se escuchará la expresión exclamativa: Habemus papam. Y la buena nueva llenará de júbilo a todos los católicos. Urbi et Orbi, porque el elegido no solo ejercerá mandato sobre la ciudad inmediata, sino sobre el conjunto todo de los católicos en el mundo.

Con prescindencia de nuestras simpatías políticas, los peruanos elegimos el pasado domingo 5 a nuestro presidente. No interesa, para la democracia formal, si por un amplio o estrecho margen, pues lo que importa es que ese presidente ha sido legalmente elegido en las urnas. Desde el 28 de julio, entonces y constitucionalmente, tendremos un presidente que formalmente lo será de todos los peruanos. Con la responsabilidad de que pesará sobre su cargo el ejercicio de la gestión pública durante los próximos cinco años.

Habemus presidente, entonces. Pero a diferencia de las elecciones vaticanas y dados los márgenes estrechos de votación, este presidente tendrá que legitimarse rápidamente en el hacer. Hemos asistido a una campaña donde la comunicación política terminó por polarizar inútilmente a la población. Y decíamos en una nota anterior: “Todo esto nos lleva al día siguiente de la elección presidencial. En puridad, al día siguiente de la asunción del cargo. Porque quien asuma el gobierno nacional —y en aras de la pervivencia democrática— tendrá que recuperar rápidamente confianza y credibilidad. Y no podrá lograrlo solo invocándose como decente, sino haciendo la obra necesaria y ofreciendo el servicio requerido. Inevitablemente —y por obra de la comunicación política a la que hemos hecho alusión— esa obra o servicio habrá de discurrir a la sombra de la duda o la sospecha”.

Resultarán estériles ya, a efectos prácticos, las autocríticas al interior de los movimientos políticos. También las críticas a las artes y acaso mañas de la comunicación política del adversario. Pero más estériles serán las eventuales soberbias por el triunfo o las rumiantes venganzas de la derrota. Habemus presidente. Y también tenemos a quien no resultó elegido. Toca a quienes votaron por ellos no desentenderse de su voto y continuar apoyando a sus líderes. En el claro entendido de que el presidente lo es de todos los peruanos y de que el ojo ciudadano deberá velar por las promesas realizadas.

La comunicación política no es solo una herramienta estacional para ganar elecciones. En aras de la transparencia y eficiencia de la gestión pública, la comunicación política debe acompañar todos y cada uno de los pasos que den tanto el Ejecutivo como el Legislativo. Ni la mitad de los peruanos era fascista e indigna, ni la otra mitad era la puridad, la memoria y la dignidad. Ese fue un simple —pero efectista y efectivo— artificio de campaña. Lamentablemente, las heridas causadas por esa irresponsable laceración verbal estarán allí, acompañarán al gobernante estos cinco años y volverán a activarse en el 2021. Cuando la cogobernante “izquierda” sea la extrema derecha frente al nuevo aventurero de la política que habrá de advenir.

 

Eduardo E. Zapata Saldaña

 
 
Eduardo Zapata
09 de junio del 2016

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