Berit Knudsen

Guerras no convencionales: un peligro global

Con objetivos estratégicos y sin un enfrentamiento directo convencional

Guerras no convencionales: un peligro global
Berit Knudsen
24 de noviembre del 2023


Los acuerdos de Israel con Qatar y Egipto, como negociadores, buscan un alto al fuego de cuatro días, con un intercambio de rehenes en la guerra contra el grupo terrorista Hamás. Es solo un paso en el camino, ya que se intercambiarán 50 de los 240 rehenes, en una compleja guerra no convencional.

El cambiante escenario en los conflictos y la naturaleza de las guerras sigue transformándose, con riesgos inminentes. Mientras las guerras convencionales involucraban enfrentamientos directos entre fuerzas armadas para combatir en campos definidos contra el ejército enemigo y su infraestructura; los desarrollos modernos muestran nuevos peligros asociados.

La Guerra Fría se desató por la intensa rivalidad ideológica, política y económica entre Estados Unidos y la Unión Soviética, pero no tuvo enfrentamientos militares directos. La competencia indirecta y sus influencias los llevó a conflictos subsidiarios como Corea y Vietnam. Pero el equilibrio nuclear y la amenaza de destrucción mutua aseguraron una relativa contención.

En las guerras proxy, los principales actores usan a terceros para eludir conflictos directos en disputas regionales. Superpotencias o grupos de interés apoyan a comunidades afines en desacuerdos locales, logrando objetivos sin enfrentarse directamente. Un ejemplo es el conflicto entre Hamas e Israel, donde Irán apoya y promueve las acciones de Hamas, mientras que Estados Unidos respalda a Israel. En la guerra entre Ucrania y Rusia, distintos actores indirectamente colaboran con un bando.

Las guerras híbridas combinan elementos convencionales y no convencionales, como ciberataques, desinformación y acciones encubiertas. Buscan desestabilizar al oponente, logrando objetivos estratégicos sin un enfrentamiento directo convencional. La Guerra Híbrida en Ucrania, que incluye tácticas militares, cibernéticas y de desinformación, ilustra esta evolución. 

Las guerras de quinta generación se centran en tecnologías avanzadas como el ciberespacio, guerra de información y manipulación de la opinión pública. Ponen menos énfasis en el conflicto militar directo y más en la influencia y el control de narrativas. Un claro ejemplo es la guerra entre Hamas e Israel. Buscan consenso enfocados en realidades como la “Causa Palestina”, pero el objetivo es distraer la atención sobre hechos como la muerte de civiles de ambos bandos y captura de rehenes, disfrazando acciones de terroristas como Hamas.

El peligro de las guerras proxy o híbridas es el escalamiento incontrolado donde las tensiones regionales pueden convertirse en amenazas globales. Además, las guerras híbridas desequilibran al oponente con efectos secundarios, contribuyendo a la inestabilidad generalizada.

Tras la muerte de civiles palestinos y judíos se esconden actores como Irán, Estado patrocinador del terrorismo que extiende su influencia en Oriente Medio a través de proxies como Hezbollah en el Líbano, chiitas en Irak, Huties en Yemen, Hamas en Gaza, fuerzas paramilitares con intereses ideológicos y religiosos. No es casualidad que Israel sea atacado por Hamas, Huties y Hezbollah.

En las guerras de quinta generación, la manipulación de la opinión pública con información y desinformación busca socavar la cohesión social y política. Estos ataques en el ciberespacio manipulan no solo a la población civil, influyen en organizaciones internacionales buscando que tomen posiciones, pierdan objetividad, amenazando la seguridad global.

El principal objetivo durante una guerra debería ser “la paz”, salvaguardando la vida de los civiles. Pero las guerras cibernéticas buscan polarizar la opinión pública, dificultando acuerdos de paz duraderos. Ya no son ricos contra pobres o izquierdas contra derechas, el conflicto enfrenta a valores occidentales contra valores que en muchos casos incluyen autoritarismo y terrorismo justificándolos.

En el análisis geopolítico mirar el corto plazo dificulta una paz duradera. El contexto internacional presenta conflictos en Ucrania atacada por Rusia, la guerra entre Hamas e Israel, pero nuevos actores intentan poner en peligro la paz mundial, como Venezuela buscando un enfrentamiento con un referéndum para anexar la Guinea Esequiba. En esta delicada crisis el objetivo es evitar escaladas. Organismos como la ONU parecen olvidar su esencia: garantizar la paz mundial.

Berit Knudsen
24 de noviembre del 2023

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