Jorge Varela
Fiebre de izquierdismo marxista–indigenista
Dos momentos y dos visiones diferentes

El académico e investigador chileno José Rodríguez Elizondo, al analizar la irrupción atropelladora del izquierdismo indigenista en la región, ha citado una de las ideas clave del pensador peruano José Carlos Mariátegui: “la creación de una nueva cultura americana será esencialmente obra de las fuerzas raciales autóctonas”; calificándolo –de paso– como “el marxista indigenista mayor de América Latina”. Quien se pondrá verde con este halago será el teórico boliviano Álvaro García Linera (“La verdad sobre las izquierdas indigenistas”, “El Líbero”, 27 de junio de 2022).
Al abordar la democracia y las izquierdas latinoamericanas Rodríguez Elizondo se enfoca en una variable correspondiente al presente: la aparición de una izquierda antisistémica, refundacional e indigenista que, después de la crisis de las izquierdas renovadas, proclama la refundación y promete el pago de una presunta deuda histórica a los pueblos que habitaban nuestros territorios. Lo no previsto –según nuestro estudioso– es que esta opción “induce a rebobinar la historia, desconocer los héroes y emblemas republicanos, tolerar desfogues destructivos, abrir mejores espacios para la delincuencia, reconfigurar los mapas y, en definitiva, reemplazar el singular interés nacional por los plurales e inmanejables intereses identitarios”.
La importancia de Mariátegui
El académico peruano Hugo Neira, en un enjundioso análisis, sostiene que José Carlos Mariátegui durante su estadía en Italia se inspiró en el pensamiento de Benedetto Croce; país donde además absorbió ideas de Piero Gobetti, de Antonio Gramsci y varios más. A juicio de Neira, para Croce la realidad y el espíritu eran necesarios para cambiar a la sociedad. “No hay un solo marxismo. Con Croce nace la pluralidad del marxismo, no tiene que ser (solo) el marxismo leninista de Rusia. Se adapta a la sociedad como lo hizo Mao con China, que tenía campesinos y no obreros”. “En otros términos, de la misma manera que hay distintas confesiones cristianas, hay varios marxismos” (Hugo Neira, “Mariátegui: ¿político y filósofo?”. El Montonero, 12 de junio de 2022).
Ideario marxista indigenista
Hace casi 95 años, entre noviembre de 1927 a junio de 1929, varios ensayos de Mariátegui fueron impresos en las revistas limeñas Amauta, Mundial y Variedades. Son escritos recopilados en Chile con el título de Defensa del marxismo. Polémica revolucionaria, en 1934, bajo la forma de libro. Se dice que el mismo Mariátegui intentó avanzar en la publicación del mencionado texto, pero diversas circunstancias, sumadas a su muerte temprana, dejaron inconcluso este proyecto.
Según la opinión del filósofo mexicano Gabriel Vargas Lozano, en dichos ensayos el fundador de la revista Amauta, rechazó una interpretación marxista dogmática; “se declaró a favor de la Revolución de Octubre, pero no a favor de su repetición ahistórica”. (Vargas Lozano, “El marxismo herético de José Carlos Mariátegui”, Universidad Nacional Autónoma de México, año 1994 )
El marxismo de Mariategui ha sido calificado de comprometido, pero a la vez de conscientemente herético. Mariátegui dejó claro su anti determinismo y su relativismo sobre la dialéctica de Marx, en el siguiente párrafo: “El marxismo, del cual todos hablan pero que muy pocos conocen y, sobre todo, comprenden, es un método fundamentalmente dialéctico. Este es un método que se apoya íntegramente en la realidad, en los hechos. No es como algunos erróneamente suponen, un cuerpo de principios de consecuencias rígidas, igual para todos los climas históricos y todas las latitudes sociales. Marx extrajo su método de la entraña misma de la historia. El marxismo en cada país, en cada pueblo, opera y actúa sobre el ambiente, sobre el medio, sin descuidar ninguna de sus modalidades” (Mariátegui, 1927).
A juicio de Mariátegui, el marxismo debería ser constantemente contrastado con la realidad al enfrentarse con la praxis de cada pueblo. Este enfrentamiento permite fortalecer o desechar las concepciones teóricas. Es por este motivo que el pensador de Moquegua no dudaba en afirmar sobre sus exploraciones: “volveré a estos temas cuantas veces me lo indique el curso de mi investigación y mi polémica”. En esta perspectiva, la obra de Mariátegui “trata de toda una línea de pensamiento que reivindica una concepción activa y creadora de la realidad” (Vargas Lozano, 1994).
El rol clave de Amauta
Nadie mejor entonces que Mariátegui para explicar el significado de “Amauta”: “El título preocupará probablemente a algunos. Esto se deberá a la importancia excesiva, fundamental, que tiene entre nosotros el rótulo. No se mire en este caso a la acepción estricta de la palabra. El título no traduce sino nuestra adhesión a la raza, no refleja sino nuestro homenaje al incaísmo. Pero específicamente la palabra Amauta adquiere con esta revista una nueva acepción. La vamos a crear otra vez” (Mariátegui al presentar su revista). “El objeto de esta revista es el de plantear, esclarecer y conocer los problemas peruanos desde puntos de vista doctrinarios y científicos. Pero consideraremos siempre al Perú dentro del panorama del mundo. Estudiaremos todos los grandes movimientos de renovación políticos, filosóficos, artísticos, literarios, científicos. Todo lo humano es nuestro. Esta revista vinculará a los hombres nuevos del Perú, primero con los de los otros pueblos de América, enseguida con los de los otros pueblos del mundo” (“Presentación de Amauta”, Nº 1, septiembre de 1926).
Lo indoamericano en Mariátegui
Lo paradójico y curioso es que Mariátegui –según ha expuesto Neira– no se declaró partidario del retorno al mundo incaico. Trató al sistema incaico de ‘teocracia' y ‘despotismo’ (“Siete ensayos de la realidad peruana”). Precisó que: “no es posible hablar de tiranía abstractamente. Una tiranía es un hecho concreto. Y es real solo en la medida en que oprime la voluntad de un pueblo o en que contraría y sofoca su impulso vital”. “Muchas veces, en la antigüedad, un régimen absolutista y teocrático ha encarnado y representado, por el contrario, esa voluntad y ese impulso. Este parece haber sido el caso del imperio inkaico. No creo en la obra taumatúrgica de los Inkas. Juzgo evidente su capacidad política; pero juzgo no menos evidente que su obra consistió en construir el Imperio con los materiales humanos y los elementos morales allegados por los siglos. El ayllu –la comunidad–, fue la célula del Imperio. Los Inkas hicieron la unidad, inventaron el Imperio; pero no crearon la célula. El Estado jurídico organizado por los Inkas reprodujo, sin duda, el Estado natural preexistente. Los Inkas no violentaron nada” (Hugo Neira, “El viaje de Mariátegui a una Italia en convulsión”, El Montonero, 6 de junio de 2022).
El comunismo indoamericano
Hoy los referentes identitarios pragmáticos del caótico movimiento social indigenista subcontinental, –combinación aparentemente novedosa, pero añosa a la vez, que mezcla restos de marxismo trasnochado e indigenismo primitivo–, son: Evo Morales, el ecuatoriano Leonidas Iza y el chileno mapuche Héctor Llaitul, entre otros. Es eso que algunos denominan ‘comunismo indoamericano’.
Iza es el líder ecuatoriano de las protestas que todavía complican al gobierno de Lasso y recuerdan la revuelta de 2019, de la que también fue protagonista. Su participación en dichas protestas lo catapultó. Ese ‘octubre negro’ quedó plasmado en el libro Estallido que Iza escribiera con dos autores más. Un relato en el cual califica aquella revuelta de epopeya y resume además, todo su tremendo desvarío en la siguiente frase: "comunismo indoamericano o barbarie”; dilema que, como se constatara, difiere sustancialmente del pensamiento de Mariátegui.
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