En el día del padre: el doble reto

En estos días han fallecido, víctimas del cáncer, dos personajes públicos muy conocidos: la actriz mexicana Edith González y la periodista chilena Javiera Suárez. Ambas eran madres, y hoy sus esposos tienen el enorme reto de criar a sus pequeños hijos asumiendo el doble rol que les tocó vivir. Hace tres años mi cuñado se quedó también solo y a cargo de mis dos sobrinos.

Así como mi hermana tuvo la oportunidad de despedirse, me imagino que Edith y Javiera habrán hecho lo mismo. Cada diálogo sin duda será distinto, plagado de anécdotas o de mensajes cortos, dependiendo de la personalidad de la que se despide. Pero lo común de este momento es la particularidad de sus etapas: la despedida, marcada por los encargos que uno recibe; el día y la hora propios de la partida; y luego, la ausencia. Se fue la mamá y la esposa, la que mantenía casi todo bajo control y que se encargaba de que pareciera que todo funcionaba como un reloj.

Recuerdo claramente la conversación con mi cuñado. Mi mamá y yo teníamos miedo de cómo enfrentaríamos el futuro sin mi hermana. Me armé de valor y encaré a mi cuñado, mayor que yo por diez años, y le pregunté si se haría cargo de mis sobrinos. Mi cuñado, muy paciente, me escuchó. Supongo que entendía que todos estábamos asustados. Me dijo las palabras más hermosas que alguna vez escuché de él: “Yo amo a mis hijos. Son todo para mí y no les voy a fallar”.

No ha sido nada fácil el camino, pero mi cuñado y mis sobrinos están luchando juntos, han repartido sus roles en el hogar y han descubierto nuevas formas de compartir en familia. Y a pesar del enorme vacío que pueden sentir, el amor que se tienen se ha convertido en el motor que los mantiene unidos ante las dificultades.

Hoy quiero saludar a todos esos hombres que, con sus imperfecciones y a pesar de ellas, son capaces de seguir en pie para sacar a sus hijos adelante. Nadie te prepara para perder a tu esposa, menos te lo esperas cuando tienes hijos aún pequeños. Pero si algo tiene esa enfermedad llamada cáncer, es que nos doblega y nos enseña a valorar mucho más cada minuto de vida. Nos permite despedirnos y, en ese proceso, nos da la oportunidad de sacar lo mejor de nosotros para que nuestro ser amado se sienta feliz y tranquilo de irse.

Para mí, el significado del día del padre ha cambiado muchísimo en estos años. He aprendido que no hay padres perfectos, pero que el amor de un padre es incondicional; y que cada uno, con sus distintas maneras de ser e independientemente del nivel educativo o de los ingresos que posea, es capaz de dar todo lo que tiene por los seres que más ama: sus hijos.

¡Feliz día del padre! Porque ser padre es un título que adquieres para siempre y que lo significa todo.