Cecilia Bákula

El valor de la cultura en el Perú de hoy

La educación tiene que ir emparejada con el rescate de nuestros valores culturales

El valor de la cultura en el Perú de hoy
Cecilia Bákula
11 de agosto del 2019

 

Ante la realidad que vivimos, y a la luz del quiebre que vemos en el ordenamiento de las instituciones que creíamos inamovibles en el país, debemos reconocer que hoy, más que nunca, es urgente recurrir al tema de la cultura como fundamento del país y sociedad que queremos ser. Y también debemos señalar enfáticamente que la cultura debe ser prioritaria y el sustento de toda otra actividad. Debemos ser capaces de valorar lo propio, conocerlo, amarlo e identificarnos con ello, para poder apreciar y valorar lo de los demás. Este país requiere, con urgencia, recuperar su autoestima y sentir orgullo de aquellas formas de vida y de convivencia que se sustenten, con una mirada de futuro, en la nobleza de nuestra tradición histórica.

No puedo entender una reforma educativa o política, por más imperiosas y urgentes que sean, si ellas no involucran también la recuperación de valores culturales y la construcción de una cultura que sea “peruana”. Es decir, una cultura que con mucha imaginación y creatividad hermane las diferencias entre los que nos llamamos peruanos, no posponga a nadie y, nos permita, además, adentrarnos con posibilidades de éxito en el proceso de la globalización cultural en la que está inmerso el mundo de hoy, entendiendo nuestra historia y asumiéndola como propia. Qué mejor momento que éste en que nos acercamos a la celebración del Bicentenario.

Para dejar de ser la cenicienta, pregunto ¿qué se hace para defender, promover y preservar el patrimonio cultural, que como pompa de jabón desaparece antes de que tomemos conciencia de que lo estamos perdiendo? ¿Cuál será la propuesta sólida y eficiente para que el actual Ministerio de Cultura sea ente promotor y no solo regulador, atrapado en una maraña burocrática creciente?. ¿Qué se hará para que el teatro tenga un espacio, para que la música y la danza sean vistas como expresiones que merecen trato digno e igualitario, que los artesanos reciban la capacitación y promoción que requieren, que las lenguas nativas no sean elementos de laboratorio, que los grupos étnicos minoritarios sean tratados con igualdad? Y además que la naturaleza sea respetada y entendamos que la sostenibilidad, es decir el crecimiento con desarrollo sostenible, es una necesidad de supervivencia. 

¿Qué se ha pensado en cuanto a beneficios tributarios para que todos los empresarios empiecen a enamorarse perdidamente de nuestra, y no sea la opción caritativa de unos pocos? Cómo convencernos de que debemos apostar e invertir sin miedo y decididamente en campañas que orienten a los peruanos hacia mejores formas de comportamiento, a refinar el lenguaje, en vez de empobrecerlo, y a mejorar la conducta diaria en vez de propiciar lo chabacano, lo vulgar y el antivalor? Hay que decirlo: el Estado aparentemente es incapaz o está desinteresado en estos temas y piensa, ingenuamente, que el progreso es y será solo material y económico. Con ello ignora, con arrogancia, que sin cultura no hay desarrollo posible. Sin inversión en cultura el país no tiene futuro pues nuestra esencia es esa, la pluriculturalidad que nos hace únicos.

Mucho se habla de la necesidad de una reforma jurídica en el campo de la cultura. Bastaría cumplir al pie de la letra los instrumentos internacionales de los que nuestro país es signatario. Todos estamos de acuerdo en que el turismo es una de las formas más importantes de generar ingresos; pero recordemos que los turistas vienen a buscar “nuestra cultura”, nuestros ancestros, nuestra comida, nuestra historia, nuestros monumentos, nuestro folklore y nuestra singular naturaleza. Y si no preservamos toda esa riqueza ¿a qué vendrán los turistas?, ¿cuál será el atractivo del país? Si no nos comprometemos con nuestra propia cultura, ¿dónde encontraremos el asidero para nuestro futuro?

Apostar por la cultura es indispensable para que la población reciba la educación e instrucción que queremos, y así esté en capacidad de ser seres humanos. Y no solo seres vivientes vegetativos que podrán ser algo más educados, más eficientemente instruidos, pero que son vez menos personas, con las que cada vez queramos convivir menos. Nadie quiere a un mentiroso, sucio, inmoral, ocioso, vulgar e incumplido, por más matemático, científico o literato que sea. Entonces la educación tiene que darse emparejada con el rescate de los valores culturales que queremos para nuestra sociedad. Ya se nos ha dicho: es necesario invertir hoy porque el mañana se nos está pasando.

 

Cecilia Bákula
11 de agosto del 2019

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