Giovanna Priale

El poder y la pasión de la perseverancia

La paternidad implica rehacerse una y mil veces

El poder y la pasión de la perseverancia
Giovanna Priale
09 de julio del 2020


Este fin de semana terminé de leer
Grit: The power and passion of the perseverance, de Angela Duckworth. En cada una de sus páginas, Duckworth relata historias fascinantes sobre la importancia de la perseverancia y la pasión como vehículos para transformar vidas, en lugar de fijarnos solamente en las capacidades o habilidades heredadas por cada uno. Duckworth desarrolla un capítulo completo sobre cómo los padres podemos empoderar en nuestros hijos estas dos competencias, el poder y la pasión de la perseverancia, a fin de que sean adultos mucho más felices y prósperos, y que contribuyan de manera solidaria a la construcción de un mejor mundo para todos.

Sin embargo, a mi me gustaría añadir una pincelada distinta. Duckworth señala que nuestro cerebro está en constante aprendizaje y, por tanto, es posible que nosotros también, como padres, aprendamos muchísimo de nuestros hijos. Y que en ese proceso de convivencia diaria, nos convirtamos en mejores seres humanos. Hoy quiero referirme a un par de seres hermosos que cambiaron mi vida y cómo cada día vamos creciendo juntos, dado que la maternidad nos enseña a ser mucho más perseverantes, y todo ese poder y pasión nos acompañan a lo largo de la crianza de nuestros pequeños.

Con mi segundo hijo, Santiago, enfrentamos uno de los momentos más difíciles que a un niño de dos años y ocho meses le pueda ocurrir. Una mañana Santiago amaneció con una “bolita” de color violáceo en el párpado, que fue creciendo lentamente durante semanas hasta alcanzar el tamaño de una pepa de durazno y cubrirle la mitad del ojo. En el ínterin pasamos los distintos controles médicos en Colombia, donde vivíamos, hasta que una oftalmóloga oncóloga determinó que se trataba de un tumor que había que extirpar. 

Así llegamos a la sala de operaciones con Santiago. Le pusieron su batita y lo durmieron para operarlo. Los resultados de la biopsia tomaron quince días útiles, y hasta ahora se me hace un nudo en la garganta cuando recuerdo el día que fui a recoger los resultados al laboratorio y logré leer con dificultad por los nervios, que decía “negativo”. Sí, en pocas palabras, era un tumor benigno. 

No obstante, a Santiago le tomó casi tres meses recuperarse. Y ahí yo aprendí de él y de mi hija Mafe el poder y la pasión de la perseverancia. Mafe nunca lo soltó, lo acompañó durante todo el proceso de recuperación; y Santiago siguió paso a paso todos los protocolos para salir adelante, a pesar de que no fue nada fácil. 

Ellos no lo saben, pero yo estoy aprendiendo muchísimo con ellos. Aprendí de su coraje, pues nunca dejaron de luchar juntos mientras Santiago estuvo enfermo; empecé a leer con vehemencia debido a que Santiago ama la lectura; aprendí a hacer videos porque Mafe es una “capa” haciéndolos; terminé mi tesis para demostrarles que sí podía hacerlo, pues todos los días me preguntaban “¿cómo iba con mi tesis?”; y me hicieron repensar todo mi estilo de maternidad y volverme mucho más empática y tolerante por su insistente cuestionamiento de la forma en que los “obligaba” a hacer cosas que no querían, y por la forma en la que ellos encaran sus propios retos, día a día.

Es que, en el fondo uno puede ser “grit”; es decir, muy perseverante. Pero eso no significa de ninguna manera ser terco; más aún en una familia. Si lo que queremos es la armonía, y que a pesar de las dificultades económicas y de nuestras propias “imperfecciones” nuestros hijos tengan un hogar que les dé autonomía y calidez, nos toca también cambiar con ellos, evolucionar y ser mucho más humildes para entender que la paternidad, a veces implica rehacerse una y mil veces. 

En una coyuntura como la que nos ha impuesto el Covid-19, escuchemos a nuestros hijos y tratemos de ser mucho más empáticos para apoyarlos a seguir construyendo sus sueños. Nos toca trabajar el doble, pero si las metas de la familia son claras, la carga será más ligera, a pesar de las enormes dificultades que hoy nos toca enfrentar.

Gracias, Mafe y Santiago. Simplemente los amo. Cada día es una oportunidad para ser mejor persona y contribuir a hacer un mejor país.

Giovanna Priale
09 de julio del 2020

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