Luis Hernández Patiño

El mito de la nueva izquierda

A propósito de la visita de Agustín Laje y Nicolás Márquez

El mito de la nueva izquierda
Luis Hernández Patiño
01 de abril del 2019

 

La reciente visita a nuestro país de los argentinos Agustín Laje y Nicolás Márquez, autores del Libro negro de la nueva izquierda, permite poner sobre el tapete el tema de lo novedoso que puede haber en torno al sector político antes mencionado. En efecto, algo que en principio debemos preguntarnos es si realmente la nueva izquierda existe; porque lo que yo percibo es que, en el fondo, la izquierda sigue siendo la misma de siempre.

En lo social, la izquierda no ha dejado de estar bajo la hegemonía de un sector aristocrático, heredero del abolengo de una casta históricamente dominante. ¿No son acaso los grandes caviares con sus tremendos apellidos los que hasta hoy siguen apareciendo como las cabezas más visibles de la izquierda? En aquel sector, en el que tanto se hablaba de la cuestión de clase, pues la clase es lo que precisamente manda como factor de imperio. Al respecto, los hechos hablan por sí mismos.

Pero vamos más allá de lo social, ya que eso no es lo único ni lo último por resaltar en cuanto al sector que nos ocupa. En todo caso, para responder a la pregunta de si hay una nueva izquierda, yo considero que debemos fijarnos en la forma de proceder y actuar de esta en el campo político e ideológico. Para mí, ahí está el meollo del asunto.

Al momento de tratar de responder la interrogante que nos planteamos, es la misma izquierda la que nos facilita las cosas, ya que ella se encarga de mostrarse tal como es. Así sucedió con ocasión de la llegada al Perú de los ya mencionados Laje y Márquez. ¿Qué fue lo que aconteció ni bien se anunció la presentación de ellos en la Universidad de San Marcos? ¿Vimos a una izquierda capaz de hacerles oposición en lo ideológico? ¿Apareció una izquierda dispuesta a refutar con argumentos lo que los expositores sostienen en su libro? No, lo único que se hizo presente fue una izquierda intolerante, con más de una maestría en el terreno del insulto y el agravio, presta y lista a tan solo descalificar a los visitantes con etiquetas y rótulos que, por lo demás, no son nada nuevos.

¿Dónde está entonces lo nuevo de la izquierda? Para algunos lo novedoso está íntimamente relacionado con la ideología de género. Sin embargo, en los hechos no es muy complicado percibir que no es así. La mencionada ideología de género no es otra cosa más que un nuevo ropaje, diseñado por algunos modistas y estilistas del “pensamiento” y de la “cultura”, tales como el norteamericano Harry Hay, o los europeos Alfred Kinsey, Wilhelm Reich, Herbert Marcuse, Michel Foucault o Simone de Beauvoir entre otros.

A diferencia de lo que ocurría durante la Guerra Fría, cuando la izquierda posaba como marxista leninista, esa misma vieja izquierda hoy se viste de género, porque frente a las condiciones objetivas del mercado laboral es lo único que le queda. De lo contrario, perdería su tradicional empleo como visitadora del poder. Dándose ínfulas de estar a tono con el último grito de la moda intelectual, la izquierda aparece en la pasarela “académica”, desfilando con un rancio y distinguido paso, que de cuna le viene, mostrando así toda una nueva colección ideológica de prendas, finamente decoradas con lucientes lazos de igualdad de oportunidades y de amor al prójimo, que en el fondo no hacen más que esconder demagogia y perversión pura.

En consecuencia, hablar de una nueva izquierda es regalarle un calificativo absolutamente inmerecido a un sector político que se proclama revolucionario, pero que ha sido incapaz de revolucionarse a sí mismo, y que ha terminado traicionando a la revolución. Hasta hoy, la izquierda sigue siendo la expresión de un conglomerado de sectas y experimentos políticos de diletantes, bastante parecidos a los que el mismo Marx criticaba en una carta dirigida a Friedrich Bolte, fechada el 23 de noviembre de 1871.

La izquierda, a la que algunos llaman “nueva”, al final no es más que una vieja reaccionaria que se pone al servicio del que mejor le pague, para narrar por encargo los cuentos y fábulas ideológicos (como los actualmente relacionados con eso del género) que a sus clientes de turno les interesa difundir para sus propios fines. Frente a la realidad, pues, aquello de la nueva izquierda no es ni más ni menos que un mito.

 

Luis Hernández Patiño
01 de abril del 2019

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