Iván Arenas
El Apra entre los dos carriles
Para asegurar su futuro como partido político

No obstante su importancia histórica en la política nacional, el contexto de las próximas elecciones presidenciales revelan las aún serias debilidades organizacionales en el Partido Aprista Peruano. Si bien es altamente probable que el aprismo pase la valla electoral con Nidia Vilchez a la cabeza, es indudable que las expectativas del partido de Alfonso Ugarte no son precisamente las mejores en esta lid electoral que se viene. Y a pesar de que para varios entendidos el segundo gobierno aprista fue, de lejos, el mejor de los últimos años.
En todo caso, luego de la contienda electoral –si no desde ahora– será necesaria una seria reflexión sobre el presente y el futuro del partido de Haya de la Torre. Pero, ¿por dónde puede ir la reflexión? Antes de explicar la aproximación siguiente, vale indicar que para el suscrito es importante la vigencia política del aprismo por la sencilla razón de que la continuidad de un partido asegura también la permanencia de la República y sus instituciones. Dicho lo anterior paso a explicar la reflexión.
Considero que la vigencia del Apra sólo se mantendrá si transita por dos carriles diferentes, con objetivos también distintos; pero en el largo plazo estos se encuentran. ¿Cómo así? El primer carril está referido al corto plazo, y está relacionado con la política diaria y doméstica. Es decir, avanzar por el carril del permanente boxeo político, donde tienes que aguantar y golpear a los adversarios diarios con sus odios y sus "antis" en todos los espacios posibles. Tanto en los juzgados, fiscalías y en los medios de comunicación. Para ello se necesita, además de táctica, una primera línea muy preparada para el sparring y la antipropaganda.
No obstante, además de ir por el carril corto, el aprismo debe ir construyendo un carril de mediano y largo plazo. ¿A qué me refiero? El carril del mediano y largo plazo es la batalla en el terreno cultural y en la construcción de un relato y un marco explicativo de lo que sucede en el Perú. La política también es la pelea por el relato.
En los últimos años la izquierda, desde la academia, ha venido desarrollando un marco poderoso que explica el dramático presente nacional. En esta explicación, el aprismo y el fujimorismo encarnan los males de la República. De allí que existan hoy intelectuales que se atreven a hablar incluso de un nuevo veto, y un sector de la generación bicentenario está convencida de que se excluya a esos partidos del escenario político; si no con leguleyadas normativas, con la fuerza de las masas, como alguno dijera por allí.
Hasta mucho antes de la revolución cubana, el aprismo seducía a los intelectuales. Y San Marcos era el foro académico donde el partido de la estrella tenía una presencia extraordinaria, superior incluso al viejo comunismo. Ello se terminó por quebrar con la "hazaña" del castrismo, que pudo proyectar una narrativa cultural poderosa para toda la región.
Ahora bien, es importante que en este nuevo relato, en esta nueva elaboración de un frame explicativo, el aprismo considere la sociología nacional. Para ello basta recordar que en los últimos 30 años en el Perú se ha levantado una clase media mestiza, poderosos mercados populares e instituciones ajenas al Perú formal. Ese es el magma para el nuevo relato.
Casi siempre la victoria cultural precede a una victoria política. La construcción de un sentido común alternativo, que trate de pelear al establishment académico zurdo, es ese segundo carril que puede asegurar la continuidad del aprismo.
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