Eduardo Zapata

Diversidades pre y post modernas

Diversidades pre y post modernas
Eduardo Zapata
21 de julio del 2016

Las fortalezas de las sociedades orales frente a la electronalidad

Lo subrayamos constantemente. Si las expropiaciones materiales son dolorosas, más doloroso aún es expropiarle a alguien sus propiedades simbólicas. Privar a alguien de la palabra pública es —de hecho— la peor de las exclusiones.

Lo anterior es importante por viejas deudas del Estado con sus usuarios. Los tenedores de bonos de la reforma agraria, por ejemplo. Pero también por nuevas deudas de instituciones que “dicen” representar a alguien —o a algún grupo— y le expropian o falsifican su palabra. Asunto, por lo demás, muy de moda en nuestro tiempo.

Cuento una experiencia vivida en las alturas de Huancavelica. Frente al teclado de una computadora, una persona de 75 años escribía un mensaje —emocionado— a un nieto en otra provincia del Perú. Preguntado sobre el por qué de su inocultable orgullo, nos dijo: “¡Desde que dejé tercero de primaria, primera vez que escribo!”

¿Se ha puesto a pensar cuántos peruanos que han terminado hasta su secundaria habrán dejado de escribir desde esos tiempos y ahora sí les es posible, con voz de ida y vuelta motivante?

El acceso a la electronalidad significa devolver palabra a los ciudadanos. Significa la posibilidad de incluir comunicativamente a mucha gente. Significa, entonces, la posibilidad de dar el salto del “ágora ateniense” al “ágora electrónica”, como lo dice Francisco Miró Quesada Rada.

Las sociedades con larga tradición oral y poca penetración escritural estuvieron hasta ayer en desventaja. Porque el ideal de ese mundo de la palabra escrita fue la homogeneidad, el mundo de los semejantes. Útil para la gran industria masificada, pero donde lo diverso era una debilidad.

Esas sociedades orales hoy se insertan con ventaja en el mundo de la electronalidad. No sólo por fortalezas vinculadas al manejo de códigos, sino por coincidir en la puesta en valor de la diferencia.

¿No es haber preservado lo diferente, acaso, uno de los factores más importantes del éxito de la gastronomía peruana? ¿Acaso es casual que hoy, en un mundo electronal, esa gastronomía genere valor?

Las diversidades pre modernas devenían en debilidad hasta ayer. Como lo sería hoy perpetuar el pasadismo. Cuando esas diversidades se encuentran, en cambio, con las diversidades post modernas —gracias a la oportunidad ofrecida por la electronalidad— podemos hablar, sí, de empoderamiento ciudadano y de ciudadanía. Que no está, por supuesto, en arcanos inmovilistas o en el ideal no declarado de reservaciones indígenas.

 

Eduardo Zapata Saldaña

 
Eduardo Zapata
21 de julio del 2016

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