Darío Enríquez

Del homo videns al homo cretinus

Apuntes para una autobiografía poco recomendada

Del homo videns al homo cretinus
Darío Enríquez
23 de marzo del 2021


Este artículo tiene un título que alude la sombría profecía del gran pensador italiano Giovanni Sartori y un subtítulo que perpetra un sarcasmo de dudosa eficacia. La teoría que Sartori lanzó en 1997 enuncia el surgimiento del
homo videns como producto del proceso en virtud del cual los medios audiovisuales (sobre todo la televisión) durante el siglo XX habrían modificado radicalmente la comunicación humana, desplazando la transmisión en sus formas oral, impresa o radiotransmitida, por una mezcla de imágenes y sonidos que atentan contra el pensamiento simbólico, abstracto y discursivo. En extremo, si no hacemos nada para impedirlo, la llegada del homo cretinus sería inminente.

Aunque desde 1997 hasta hoy la televisión y el cine han perdido espacio frente a la Internet, las redes sociales y la 5G, esto no deja de lado las ideas de Sartori, sino que las refuerza y reconfirma, teniendo a estas nuevas tecnologías audiovisuales como fuerzas protagónicass.

Algunos años después, es Nicholas Carr (2010) quien analiza la irrupción de estas nuevas tecnologías en su ensayo «Superficiales: lo que Internet hace con nuestras mentes». Por su lado, casi enunciando el epitafio de la cultura y la inteligencia humana, Marco Aurelio Denegri nos explica aquí (https://youtu.be/va6FpSCfsQI) y aquí (https://youtu.be/L1_Y-CkBIvU) cómo así la era digital nos lleva muy rápidamente a un mundo en el que surgen lo que podríamos llamar pseudodisfunciones cerebrales, pues se producen sin que haya lesión física alguna. Hay pseudodisfunciones que se asemejan a la afasia (no se habla), a la agrafía (no se escribe), a la sordera verbal (no se comprende lo que se escucha) y a la ceguera verbal (no se comprende lo que se lee), que aparecen como consecuencia directa de un mundo altamente tecnologizado, en el que esas habilidades se atrofian severamente.

La lectura es, por lo general, un acto solitario, pues el lector ensimismado accede, procesa, asimila y confronta las ficciones o las ideas que el autor pone a su disposición, hasta hacerlas suyas, si se diera el caso. Desde ese momento, ese mundo fantástico o esa visión diferente forman parte de su experiencia vital, aunque tenga procedencia ajena. Existe un riesgo de alienación en diversos grados, desde un impacto de baja intensidad hasta el extremo de una enajenación quijotesca. Pese a todo, esto luciría bajo relativo control.

Sin embargo, cuando estas ficciones y estas visiones llegan con el enorme poder de los medios audiovisuales de hoy, queda muy poco para la imaginación, la reflexión o el cuestionamiento: las imágenes y el «ruido» llegan y penetran en la mente del «visionador» sin que siquiera deba entender de qué se trata todo eso. Simplemente asimila en forma pasiva, salvo que haga un esfuerzo excepcional y consciente para evitarlo. No hay ni pausas ni tiempos de reflexión, ni los posibles cuestionamientos que sí aparecen –o al menos tienen la opción de aparecer– durante una lectura. Con la «videocracia» el mensaje no pide permiso y apenas el botón off ofrecería un débil poder de decisión frente a la adicción audiovisual que provocan las nuevas tecnologías.

¿Sucede realmente así?¿Tan indefensos nos encontramos frente a tales monstruos mediáticos? Parece que sí. Los visionadores muy pocas veces cuestionan lo que ven, como que no hay tiempo para eso. El bombardeo mediático no da tregua. Aunque entienda poco o nada de la esencia de lo que visiona, igual absorbe lo que se le entrega. Algunos solo buscan diversión y pasar el rato, igual son atrapados por la trama mediática. Por añadidura, tanto o más importante que lo que se recibe puede ser aquello que se oculta al espectador, sea de modo casual o intencional. Hay múltiples ejemplos de ficciones cinematográficas, televisivas o internaúticas que son tomadas casi como si fueran documentos históricos inapelables por unos visionadores pasivos. No hay espacio para contrastes, críticas ni cuestionamientos, solo absorción. La farsa, el adoctrinamiento y la manipulación tienen alfombra roja. Peligroso. En el extremo, todo esto va haciendo camino para el cumplimiento de la terrible profecía de Giovanni Sartori, el tránsito del homo videns al homo cretinus. Cuidado.

Darío Enríquez
23 de marzo del 2021

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