Alan Salinas
De partidos políticos y periodistas
¿Cómo fortalecer a nuestros precarios partidos?
El año pasado, en el noticiero “Cuarto poder” se produjo un debate bastante acalorado entre el congresista aprista Mauricio Mulder y la entrevistadora (¿o presentadora de noticias?) Sol Carreño. Para precisar, más que acalorado, fue vergonzoso el nivel de análisis y crítica de la entrevistadora frente a un tema tan álgido como la situación de los partidos políticos en el país.
Efectivamente, Sol Carreño trató de justificar ciertas prácticas políticas poco saludables para nuestra vida democrática. Era evidente su poco estudio sobre partidos políticos y democracia. Evidenció un desconocimiento profundo sobre lo que implica militar en un partido político, lo que engloba disciplina partidaria y discrepancia.
Es obvio que a la entrevistadora no se le pide militancia política para poder comprender a cabalidad, pero sí un mínimo de rigor sobre lo que lo que representan los partidos políticos y su dinámica interna. Porque si no sabemos sobre su real dimensión, seguiremos teniendo —como sucede desde los años noventa— piratas de la política, políticos ambiciosos (que están más allá de nuestro precario sistema de partidos) y ciudadanos desinformados sobre el tema.
Desde analistas políticos hasta constitucionalistas sostienen que debe ser permisiva la norma para la supervivencia política de personas, más que de instituciones. ¿Paradójico, no? Estos académicos, que con tanto esmero en un aula universitaria instruyen a futuros sociólogos, politólogos y abogados que todo poder del Estado debe tener un contrapeso político (o una norma que sancione el transfuguismo), pues en la práctica no hacen más que desdecirse lo que enseñan.
Los partidos políticos pueden actualmente tener innumerables errores, pero no se ha encontrado otra fórmula política que puedan reemplazarlos en democracia. No la hay. Por lo tanto, en vez de seguir apostando por el cambio de camiseta política, debería pensarse en las restricciones (o sanciones) para fortalecer nuestros precarios partidos ante los políticos ambiciosos.
En suma, tratemos de buscar una agenda mínima en la que se sancione el transfuguismo y se regule la vida partidaria pos elecciones. Una regulación tipo presupuesto por resultados, en la que Jurado Nacional de Elecciones (junto a la Onpe y el Reniec) otorgue incentivos y castigos al desempeño partidario. Actualmente es muy débil este tipo de regulación.
Como reza el viejo dicho: quien tiene oídos que oiga, quien tiene ojos que vea.
COMENTARIOS