Dante Olivera

Cronos, el progresismo y “la revolución” (II)

Los progresistas y sus detractores tienen los mismos fines: el desarrollo social

Cronos, el progresismo y “la revolución” (II)
Dante Olivera
03 de enero del 2025


En la entrega pasada vimos que, contrario a cierta autopercepción, el progresismo actual, en cuanto a fines y práctica, presenta diversos problemas cuando intenta plasmar muchas de sus consignas mediante el ámbito político. Baste recordar los presuntos casos de acoso sexual contra Boric, Alberto Fernández y el ministro de derechos humanos en el actual gobierno de Lula. En estos casos (como en muchos otros), la ideología acaba por comerse a sus gestores. También se vio lo antihumanista que se puede llegar a ser cuando se persigue a algunas personas por hechos pasados (por más deconstruidos que algunos se crean ahora).

Ahora bien, me pregunto, al mismo estilo de Zizek, si es que la ideología progresista ha intentado transformar la realidad de manera tan abrupta, que ha olvidado interpretarla de manera correcta, o siquiera reinterpretarla. Los ejemplos y reacciones actuales (“La rebeldía se volvió de derecha”, “Batalla cultural” e imposición de diversos líderes de “derecha” o “fachos” en Occidente) pueden dar signos de un agotamiento ideológico enorme. A mi juicio, pocas veces en la Historia se ha visto de manera tan veloz un auge y (posible) caída de una ideología política.

Me parece que el problema, como repetía Hayek en diversas obras, es creer que con el solo uso de una “razón constructiva” se puede moldear el mundo a lo que consideran algunos ideólogos e intelectuales, despreciando y pasando por encima todo lo que no sea “racional” según algunos ideólogos. El problema de estas ideologías es que prefieren la revolución a la reforma, el cambio abrupto al cambio paulatino.

Lo cierto es que para la sociedad (salvo contadas excepciones como en los casos de una tiranía o dictaduras) siempre será preferible reformas a “revoluciones” o cambios abruptos, por el sencillo hecho de que los (mejores) cambios en la Historia se han dado de manera paulatina y no radical, siendo que estos últimos han acabado de mala manera. El sentimiento de “justicia” que comparten varios jóvenes o ideólogos del progresismo, no puede tener sustento mayoritariamente en un racionalismo constructivista, o en una “masa enfurecida” como diría Murray.

Creo que los progresistas actuales deberían pensar en la posibilidad de pasar de ser racionalistas a razonables; de ser más sentimentales o impulsivos a mesurados; de tener anteojos interseccionales de “amigo-enemigo / aliado-violento / progre-facho” a uno que vea las cosas de manera más matizada, tal vez con un mensaje parecido al del humanista Martin Lutter King.

De un modo parecido a lo postulado por Mises, creo que los progresistas y sus diversos detractores (excluyendo a verdaderos grupos extremistas o radicales como los neonazis, claro está) tienen los mismos fines o fines muy parecidos: el desarrollo o progreso social, la mejora de las condiciones sociales y materiales de existencia, etc. Sin embargo, la diferencia es el medio que se emplea para llegar a estos. Ciertamente, todos podemos compartir ciertas consignas que se han arrogado distintos grupos ideológicos como las problemáticas de la mujer, el reconocimiento de las minorías sexuales, el disminuir con las desigualdades sociales, pero, una vez más, la diferencia está en el método o modo de llegar a dichos fines.

Tengo la certeza de que, para conseguir dichos fines, no necesariamente hay que ser progresista o “aliade”. Por el contrario, estoy convencido de que es necesario un conjunto de valores con cierto radio judeocristiano, el ser mesurado, razonable, el confiar (por experiencia histórica) en el mercado, el ir por un reconocimiento paulatino y razonable (no ideológico) de los derechos de minorías, entre otras. Creo que, con ciertas consignas parecidas, evitaremos una “revolución” indeseable y que cierta masa nos acabe devorando.

Dante Olivera
03 de enero del 2025

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