Crean cuatro feriados más, ¿y la productividad?

Un feriado implica una suspensión imperfecta de los efectos del contrato de trabajo; no hay labor efectuada, pero sí se abona la correspondiente remuneración. En nuestra legislación los feriados responden a festividades cívicas o religiosas de muy antigua data. El Decreto Legislativo N° 713, Ley de Consolidación de los Descansos Remunerados, dictado en el año 1991, enumeró en su artículo sexto los feriados. Eran doce, desapareciendo los anteriormente vigentes feriados de medio día –aplicables cuando la jornada de trabajo era partida, pero sin mayor sentido con la jornada actual– y dejándose de lado también los días de fiesta cívica laborable.

Por treinta años la situación en lo que respecta al tema tratado no mostró mayores cambios. Sin embargo, en los últimos 20 meses, se han publicado cuatro leyes creando feriados adicionales, dos de ellas dictadas por insistencia del Congreso. Así, ahora tenemos feriados por las batallas de Ayacucho, el nueve de diciembre; Junín que se celebra el seis de agosto; del Morro de Arica y Dìa de la Bandera, el siete de junio y, el más reciente, el 23 de julio, en conmemoración al sacrificio del capitán FAP José Abelardo Quiñones.

Realmente tiene mayor sentido este súbito brote de feriados. La aprobación del Congreso no se va a incrementar sustancialmente por la multiplicación de días de descanso pagado. Sólo un milagro podría lograr tal suceso, teniendo en cuenta los escándalos que conocemos cada semana en los que se ven lamentablemente involucrados -con excepciones, por supuesto- los padres de la patria. Por lo demás, es claro que la Comisión de Trabajo del Congreso -presidida durante los dos últimos años por sesudas representantes de la izquierda y actualmente por el señor Pasión Dávila representante del Bloque Magisterial- está actuando con el populismo más ramplón. El mejor homenaje a los héroes nacionales es reducir la pobreza, y ello se logra con trabajo, no con descansos.

Hay que tener dos aspectos del problema muy claros. En principio, que lo único que se consigue con la creación de feriados, es incrementar los costos laborales o -lo que es lo mismo- complicar la formalidad y favorecer la informalidad. En la informalidad no hay feriados, ni jornada máxima, ni vacaciones, ni protección laboral alguna.

En segundo lugar, comprender que a más feriados, los servicios brindados por el empleador o los productos que vende, tienden a decrecer como consecuencia de la menor jornada semanal. Si no llegan a disminuir, su costo aumenta, dado que hay que pagar por el trabajo en el día feriado, doscientos por ciento más, y ese costo muy probablemente es transferido al consumidor por la vía del aumento de los precios. Eso implica una menor productividad y un incremento de precios.

No se discute la importancia de las efemérides convertidas en feriados, son todas fechas de especial relevancia, lo que llama la atención es que en un lapso relativamente corto –menos de dos años– el Congreso haya aumentado el número de feriados de doce a dieciséis. Se parte de un concepto errado de las cosas, no es necesario que todas las fechas de trascendencia en la historia de un país, devenguen en feriados, bien podrían ser motivo de celebraciones cívicas o castrenses sin interrumpir las actividades productivas Es hasta inconducente. Las batallas de Junín y Ayacucho sellaron la independencia nacional y como tales son estudiadas desde el colegio, lo mismo puede decirse de la batalla del Morro de Arica o del sacrificio del capitán Quiñones.

Si hay unas fechas que en realidad tienen todos los fundamentos para ser declaradas feriados –en adición a los doce días que recoge el texto primigenio de la Ley– son la del rescate de los rehenes de la residencia del embajador de Japón, no sólo por el éxito militar que significó –y que es objeto de estudio y admiración en todo el mundo– sino también porque implicó una clara derrota del terrorismo comunista que ensangrentó a nuestra patria o la del día en que se apresó a Abimael Guzmán, líder del grupo criminal Sendero Luminoso. Se tiene que mostrar respeto y agradecimiento a nuestros héroes nacionales en vida, no maltratarlos o agredirlos con persecuciones injustas y procedimientos judiciales interminables, como durante años vienen haciendo los parientes ideológicos de la izquierda violentista.

Volviendo al tema estrictamente laboral, con dieciséis feriados y treinta días de vacaciones, estamos a la cabeza de los países que cuentan con mayor cantidad de descansos remunerados…y eso no es para enorgullecerse, si a la vez estamos entre los menos productivos.

Finalizando, si existiera un galardón dirigido a premiar el fomento del ocio sin sentido, lo ganaría, qué duda cabe, el actual Congreso.