Cecilia Bákula

¿Covid-19 versus Bicentenario?

Trabajar para celebrar la hermosa gesta del año 1824

¿Covid-19 versus Bicentenario?
Cecilia Bákula
26 de abril del 2020


No es una novedad que el tema del Bicentenario es desde hace mucho tiempo, una preocupación que no ha dejado de estar presente en mi reflexión y en mi acción. Sin embargo, las condiciones a las que nos somete esta pandemia obligan a mirar la realidad del año 2021 de una manera diferente, quizá con una perspectiva de mayor alcance y siempre con una visión creativa y, por qué no, imaginativa.

En esto hay varios temas que desgranar. Desde mi perspectiva, antes de la irrupción del coronavirus en nuestras vidas (debería decir, de arrasar con ellas), a nivel nacional y personal ya tenía la sensación de que el 2021 nos llegaba con demasiada prisa y que no teníamos en la mano nada hecho ni concreto. Muchas ideas, muchos sueños, muchas propuestas, pero las manos vacías. Es posible que me equivoque en mi percepción, pero son contadas con los dedos de las manos las entidades, públicas o privadas, que han mostrado planes reales, practicables, realistas, de acciones destinadas a celebrar, recordar o conmemorar una fecha realmente simbólica.

Tanto es así, que hechos y circunstancias anteriores al año 1821, debieron ser conmemorados, debieron ser resaltados no solo por su valor para el desarrollo de las acciones que llevaron a la proclamación de la independencia, sino porque significaban la participación importante de las provincias, se obviaron o pasaron casi inadvertidos. Tengo una lectura de eso y es que no se ha entendido realmente que los hechos se eslabonan, y pareciera que se esperaba “recordar o festejar” un hecho acontecido en Lima. Y ello implicaría no asumir la hermosa e importante participación de grupos no limeños que aportaron y creyeron, también, en la necesidad de la independencia. Y siento que esa “indiferencia” podría significar empobrecer la urgente construcción y fortalecimiento del “nosotros colectivo” que necesitamos. Dejar de incluir en el proceso de recuerdo o celebración los hechos y aportes provincianos es de una ceguera preocupante.

Quizá esa “carencia” de propuestas coordinadas, conocidas y posibles, que me parece percibir, refleje de alguna manera el ánimo del peruano que, no lo dudo, tiende en los últimos años a ser poco festivo a nivel cívico, menos comprometido con “fechas simbólicas”. Lo veo poco animoso y, por lo tanto, sin notorio interés en hechos de nuestra historia que no solo le resultan lejanos en el tiempo, sino que le son ajenos. Hace muchos años que la historia nacional dejó de ser una materia central en el proceso educativo de nuestro país, ya no está en el anecdotario familiar ni en las conversaciones habituales. 

Sin embargo, las fechas llegan y es necesario destacarlas como parte del proceso de toma de conciencia de la propia historia y como herramienta indispensable para desarrollar el sentido de pertenencia de quienes integran una colectividad, una sociedad. Una nación que se forjó con el esfuerzo de muchos y que surge como respuesta a sueños y necesidades no tan distantes en el tiempo. Doscientos años son pocos frente a la larga duración de nuestra historia milenaria, y solo reflejan la juventud de nuestro país, en el que mucho está aún por hacer, con la posibilidad de hacerlo cada vez mejor.

Frente a esta realidad, la celebración del Bicentenario el 28 de julio del próximo año se me presenta como una propuesta que debería ser evaluada serena y responsablemente. Y sin dejar de hacer algún acto simplemente recordatorio, trabajar para celebrar con pundonor y alegría la hermosa gesta del año 1824, que comenzada en Junín, concluyó en Ayacucho, en una acción militar, estratégica y viril que consolidó la independencia de América. El Perú puede y debe enarbolar esa victoria como sello independentista para todo el continente. Eso significaría que, sin dejar de recordar la efeméride del 2021, optemos por trabajar en la reflexión, difusión, estudio y conmemoración no solo del acto político de la proclamación sino, de manera especialísima, en esa heroica gesta de gran importancia para América.

En la situación actual de pandemia, que no vamos a superar en los próximos meses o años, debemos optar por luchar y tener éxito en las grandes causas, como son el bienestar de la población, la seguridad ciudadana, la reactivación económica, el fortalecimiento de la institucionalidad, la erradicación de la informalidad y, sin duda, la transferencia de poder el 28 de julio del 21. Y ello implica madurez y continuidad democrática y, sobre todo, respeto constitucional. Al margen de ello, pienso que se deberán postergar o minimizar las propuestas que pudieran estar planeando para el 2021, con miras a una celebración en diciembre del 2024, que sea feliz e integradora de todo el país. Una celebración que pueda convocar a todos aquellos estados, hijos de Ayacucho, para relievar nuestros orígenes políticos hermanados, de alguna manera, en esa acción militar. Y construir en conjunto el ansiado futuro de justicia y progreso para nuestros pueblos.

Cecilia Bákula
26 de abril del 2020

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