Cesar Peñaranda

Covid-19 desnuda la realidad

Hace más notorios los grandes problemas del país

Covid-19 desnuda la realidad
Cesar Peñaranda
15 de abril del 2020


La pandemia del coronavirus que agobia al mundo ha desnudado muchos problemas de carácter mundial y nacional que afloran al momento de diseñar y ejecutar las políticas y acciones para contenerlo y, eventualmente, diluir o desaparecer su efecto nocivo. En el contexto internacional, la OMS demoró en alertar sobre la pandemia, lo que ha generado algunas reacciones negativas, como la asumida por EE.UU. Los países fueron cerrando sus fronteras sin mayor atención o apoyo al resto; es decir, un problema global se enfrentó de manera individual. En su momento esto tendrá que examinarse en foros mundiales.

En el caso del Perú son múltiples las ausencias y deficiencias de todo tipo que se están haciendo evidentes en la etapa del diseño y, por cierto, con mayor crudeza en la ejecución; tanto para enfrentar la emergencia sanitaria y económica como para planear la vuelta progresiva a la normalidad. En el terreno de la salud se tiene enorme dificultad para cumplir lo básico para la contención, como es la distancia social, el lavado de manos y el uso de mascarillas. En el primer caso las características de las zonas y viviendas de los barrios marginales, así como los mercados a donde acude la gente, no permiten cumplir adecuadamente. Para las otros dos basta indicar que cinco millones de personas no tienen servicio de agua y no todos tienen o utilizan las mascarillas, temas que deberán resolverse de manera estructural luego de superado el problema. Empero, en lo inmediato es necesario una paciente explicación constante de cómo cumplir la distancia social y garantizar cisternas con agua y distribución gratuita de las mascarillas, lo que bien pueden manejar los gobiernos locales.

Lo más crítico está a nivel de la deficiente e insuficiente infraestructura de salud, la carencia de los equipos y deplorable mantenimiento de los existentes, la inadecuada logística para proveer los insumos y medicinas, y la no disponibilidad del número de profesionales para una satisfactoria atención de salud, menos en una situación como la presente. Se está ganando tiempo para al menos enfrentar esta emergencia con el menor costo en vidas, pero es claro que los que cansinamente reclamábamos una reforma integral del sector salud (en especial del Minsa, EsSalud y los servicios sanitarios de las FF.AA. y policiales) hoy, con pesar, tenemos que decir que estábamos en lo correcto. 

Lo mismo sucede en el sector educación, que tiene una infraestructura inadecuada, carente de equipos propios del siglo XXI, que permitan una enseñanza acorde con lo que demanda la cuarta revolución industrial, lo que conlleva y demanda una preparación actualizada del plantel de profesores. Salvo algunos colegios particulares que desde el inicio de la cuarentena han impartido clases de manera virtual, el resto hace muy poco ha iniciado sus actividades de forma muy incipiente. El efecto que esto tendrá se expresará más adelante en una mayor inequidad en la distribución de oportunidades, que significa no poner en igualdad de condiciones a los estudiantes para proseguir luego con la educación técnica o universitaria, y posteriormente ingresar a su vida laboral. La tan reclamada reforma de la educación se hace evidente. En concreto, el binomio salud-educación se torna esencial para tener un capital humano de primer orden, con alta productividad y que, más temprano que tarde, conduzca al país a una posición en el primer mundo.

En el terreno económico se presenta un panorama similar, pues si bien el respeto a los fundamentos macroeconómicos (desde hace tres décadas) permite tener una economía estable, con adecuados recursos fiscales y reservas que facilitan armar un paquete como el presentado por el BCR/MEF, se complica sobremanera su ejecución al no haber realizado oportunamente la reforma del Estado (buscando uno pequeño pero eficiente y eficaz, totalmente digitalizado, con procesos simples y mínima regulación) así como aquellas reformas llamadas de segunda generación, como la laboral y tributaria. Una de las consecuencias de esto, y que es complejo resolver en las circunstancias actuales, es la alta informalidad laboral (72% de la PEA) y empresarial (84% de las pymes), pues cómo llegar a los trabajadores vía los bonos y con crédito a las empresas, dado que estas no están en el circuito financiero formal. En realidad hay una enorme tarea pendiente que es la inclusión financiera de personas y empresas, que al no estar registradas hoy se tienen tremendas dificultades para ayudarlas.

Una forma posible e inmediata de resolverlo es dar amnistía tributaria y laboral a todas las pymes informales que quieran acceder a estos recursos financieros, para lo cual bastaría con obtener el RUC y quedar por tanto registradas en Sunat. La amnistía es para motivarlos a formalizarse sin el temor de que se les cobre deudas atrasadas por no pagar impuestos o beneficios sociales. De esta forma se coadyuva a mantener la cadena de pagos, se preserva el empleo y se incrementa la base tributaria, vía reducción de la informalidad. De tener éxito esta iniciativa se requerirá más apoyo financiero, pues el número de empresas que buscará acceder a este beneficio será grande. 

Los temas anotados no agotan, por cierto, todos los inconvenientes en la coyuntura actual, pero pensamos que son los más relevantes para manejar la emergencia y programar el camino a la normalidad. El costo social y económico que tendrá esta terrible experiencia dependerá de en qué tiempo empezamos a salir de ella, particularmente en lo sanitario, y cuán efectivas y oportunas serán las políticas y acciones que se tomen en los campos de la salud y de lo económico. Lo que sí se puede adelantar es que al extenderse la cuarentena, y ante la necesidad de un retorno progresivo de las actividades productivas, el costo en términos del PIB será muy alto, alrededor del 15%, y el decrecimiento económico será más severo. Se estima que la tasa estará por encima de la calculada como mejor escenario al inicio del problema (-3%), más en el entorno del -5%. Ojalá que lo más pronto posible se logre la contención del coronavirus y empiece a cambiar la tendencia en ambos frentes, la salud y la economía.

Cesar Peñaranda
15 de abril del 2020

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