Coronavirus en Perú: David contra Goliat

Podríamos empezar haciendo un resumen de las reformas que nos faltan por hacer en el Perú y de la enorme desigualdad entre los segmentos de ingresos altos y bajos en nuestro país, que debemos seguir reduciendo. Pero es momento de aceptar dónde estamos y que el coronavirus nos “agarró así”, con una pobrísima oferta hospitalaria y un déficit de personal de salud, temas ambos que se vienen arrastrando desde hace décadas.

A pesar de estas limitaciones y precisamente por ellas, el Ejecutivo liderado por el presidente Vizcarra ordenó la inmovilización inmediata de la población, a fin de mitigar el tremendo efecto contagio de este terrible virus. Como país, somos David frente a un Goliat enorme y destructor, como el coronavirus. Así, al igual que David, tenemos que ser sumamente coordinados para derrotar este virus y superar las dificultades económicas que nos va a generar en el corto y mediano plazo.

En el cortísimo plazo tenemos un problema de liquidez: siete de cada diez trabajadores generan ingresos probablemente diarios, y nueve de cada diez empresas cuentan con menos de diez trabajadores. Para este grupo, el gobierno ha lanzado el Bono 380 para atender necesidades de consumo; pero creo que debería complementarse con el esquema que planteó Alfredo Thorne, el acceso a un fondo con más espalda financiera, para la compra de facturas de las pequeñas empresas, que muchas veces tardan más de 90 días en ser cobradas. 

Este punto es clave precisamente para evitar el colapso de las pymes, con el consecuente despido de los trabajadores que contaban con un empleo adecuado (pago de remuneración y beneficios sociales). Se trata de mantener la cadena de pagos en el corto plazo y de alentar la demanda en el mediano plazo. Y aquí, lo ahorrado por los más de siete millones de afiliados al fondo de pensiones, que aún representa el 20% del PBI, debería ser un aliado estratégico para invertir en proyectos de infraestructura que permitan dinamizar la generación de empleo en el corto plazo.

No dejemos las cosas para el final. Se trata de tratar de anticiparnos a las acciones de política económica que se requerirán con urgencia a fin de apoyar la salida de la crisis económica compleja que nos tocará enfrentar.