Chile: apuntes a tomar en cuenta

El martes pasado escuché a una ciudadana chilena explicando en RPP que las razones de las manifestaciones en Chile no correspondían a posiciones de derecha o izquierda, sino a la urgencia de mostrar resultados que generen bienestar en la población en el corto plazo: acceso a salud y vivienda, pensiones, gastos de electricidad, transporte, entre otros.

Tuve la oportunidad de vivir en Chile dos años y medio mientras hacía mi maestría en Economía, y uno de los bloques más importantes del programa estaba relacionado con la enseñanza de la teoría de las políticas sociales (alimentación, educación y salud) necesarias para promover el acceso de la población a un nivel básico que asegure calidad en el servicio. Un grupo de economistas defiende a ultranza la importancia de la provisión gratuita de los servicios básicos mientras que otro indica que es importante que el ciudadano pague de manera gradual, de acuerdo con sus capacidades, por el servicio que recibe.

En el libro Repensando la pobreza, de los profesores Banerjee y Duflo, recientemente premiados con el Nobel de Economía, se marca una respuesta de la economía mucho más humilde. En lugar de soluciones absolutistas, los autores, sobre la base de experiencias y de la revisión de múltiples ejemplos, plantean la importancia de presentar soluciones pragmáticas, que vayan en el camino mostrando sus logros, respetando las costumbres e idiosincrasia de cada sociedad. El crecimiento acelerado de Chile en los últimos años ha significado sin duda alguna, grandes retos y eso plantea que reducir la pobreza a 8% (en comparación con el 20% de Perú) es insuficiente si no se reduce la desigualdad entre los quintiles de ingresos, a través de una adecuada política de redistribución.

Mención especial merecen tres hechos particulares: (i) Hay 2.2 millones de personas jubiladas y, dado el incremento exponencial del ingreso en los últimos 10 años, la pensión obtenida suele ser distante de la última remuneración percibida. A eso se suma que los gastos en salud se han incrementado sustantivamente, sobre todo en el caso de enfermedades catastróficas, producto –entre otras cosas– de la mayor esperanza de vida de los trabajadores en la cuarta edad. (ii) Hay 1.2 millones de personas extranjeras (las principales migraciones son de Haití, Venezuela y Perú). Aproximadamente seis de cada 10 extranjeros son trabajadores de baja productividad, lo que impacta directamente en la remuneración percibida por la población de ingresos más bajos y en la mayor demanda de servicios de educación y salud, pues se trata de población menor de 40 años. (iii) Hay medio millón de personas calificadas en la categoría “nini”, jóvenes entre 15 y 29 años que no estudian ni trabajan.

Del total de habitantes de Chile, 19 millones, la suma de los tres grupos antes mencionados representa el 20%. Estos hechos deberían ser tomados en cuenta al momento de analizar el estallido de los movimientos sociales en Chile, su problemática y sus alternativas de solución.