Guillermo De Vivanco

Campaña sin docencia

Campaña sin docencia
Guillermo De Vivanco
21 de agosto del 2014

Reflexiones necesarias sobre la competencia electoral en curso

En 1963 dos millones de limeños iban a elegir al nuevo alcalde de Lima. Recuerdo perfectamente el debate televisivo de diciembre de ese año entre Luís Bedoya y el ingeniero Jorge Grieve. El resultado del debate fue tan contundente a favor de Bedoya que lo catapultó a éste a la victoria.

Poco después, en su discurso del 2 de Enero de 1964, al asumir la Alcaldía y en presencia del Presidente Belaunde, Bedoya manifestó: “El Gobierno Municipal renovado cada tres años, señor presidente, permitirá a nuestros pueblos entrar en una gimnasia democrática que ya estamos viendo, que nos resulta imprescindible. Permitirá que en cada distrito de la República cientos de miles de hombres y de mujeres, en esta necesaria gimnasia que representa la campaña antes de la elección, ejerzan el discernimiento y la razón al momento del voto, el cumplimiento del programa y la fiscalización después del proceso; permitirá que multiplicados en todo el ámbito nacional, los políticos nos acostumbraremos a ofrecer con veracidad y con honestidad al electorado; que los pueblos permitan diferenciar a los hombres no solo en razón de su capacidad sino de esa calidad intrínseca que se necesita para cumplir lo prometido, que es la idoneidad moral; y el pueblo aprenda también que gobernar importa una responsabilidad que se puede sobrellevar con la frente en alto, con el respaldo y el cariño del mismo pueblo, no solo cuando se realiza lo que se ofreció sino cuando se tiene el valor moral de decirle a un pueblo por qué no se pudo realizar lo que se ofreció.”

Hoy, 51 años después y a solo 45 días de la próxima elección municipal, el candidato favorito considera innecesario plantear sus planes de gobierno. Pareciera que el propósito de ganar la elección es todo lo que cuenta. La dosis de docencia e información para contrastar los planes de gobierno no importa si se considera asegurado el triunfo.

Mi generación se vio privada del debate enriquecedor y de la libertad de prensa por períodos muy extensos. No tuvimos campañas electorales desde 1966, cuando Bedoya se presentó a la reelección, hasta el 18 de Junio de 1978, cuando elegimos la Asamblea Constituyente. Doce años sin debate político, tantos como los que duró la confiscación de la prensa. Esta campaña me hace recordar la pobreza intelectual y política de esa época.

Me gustaría escuchar un debate entre los candidatos expertos en transporte: Alberto Sánchez Aizcorbe, Enrique Cornejo y Luís Castañeda, sobre costos y beneficios del futuro transporte en Lima. Que Susana Villarán defienda sus proyectos futuros, ya que no tiene obras pasadas. También nutrirme de la experiencia de Somos Perú y del PPC como partidos municipalistas.

Debería debatirse las normas sobre zonificación, que inciden en la visión urbanística que se tiene de Lima. Entre ellas el futuro del valle de Lurín. Que los candidatos prueben tener conocimiento de las estructuras administrativas de las comunas, sobre los planes para modernizar sus municipios, disminuir los gastos administrativos, incrementar obras, simplificar trámites y, sobre todo, cómo involucrar a la población en la cruzada para derrotar a la delincuencia, y cómo enfrentar el tratamiento de la basura y los humos que contaminan a la capital.

Lamentablemente, los partidos políticos han sido incapaces de interpretar los cambios sociales producidos en las últimas décadas. Recordemos sino como en los 80’ los partidos ganaron el 96% de las alcaldías provinciales para en la siguiente década ser desplazados por los independientes, que se hicieron del 90% de las alcaldías provinciales.

No es con poder, ni con dinero, que resolveremos los problemas apremiantes de Lima, sino con una cultura de civismo y compromiso que difícilmente se logrará si los limeños que eligen sus autoridades lo hacen a ciegas o sólo basándose en las encuestas. La campaña electoral debería tener una gran dosis de docencia, como la fue la de Vargas Llosa que, si bien perdió, el Perú ganó con su programa liberal ejecutado por Fujimori. La actual campaña más parece la venta de un producto comercial. En los paneles que invaden Lima las palabras seguridad, honestidad y experiencia aparece miles de veces. Ya no les creo.

Guillermo de Vivanco Roca Rey

Guillermo De Vivanco
21 de agosto del 2014

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