Baja resiliencia financiera: un limitante mundial

Según la encuesta de la OECD 2020, que mide competencias y resiliencia financieras en los adultos, “grandes segmentos de la población cuentan con una resiliencia financiera limitada”. Del total de encuestados en 26 países, cerca del 28% indica que si se quedara sin trabajo, solo podría sobrevivir una semana; mientras que cuatro de cada diez indican que les preocupa cómo cubrir sus gastos corrientes, y tres de cada diez señalan que les cuesta lograr que el dinero les alcance para mantenerse. 

Si se analiza la resiliencia financiera por género y grupos de edad, se encuentra que los hombres –en promedio–, presentan mejores puntajes de conocimiento y bienestar financiero que las mujeres; mientras que los más jóvenes (18 a 29 años) cuentan con menores conocimientos financieros y un comportamiento financiero más imprudente. Por su parte, los ancianos (60 años a más) presentan un menor bienestar financiero, lo cual va de la mano con la dificultad que enfrentan los sistemas de seguridad social a nivel mundial para otorgar buenas pensiones, debido a la mayor expectativa de vida, bajas tasas de ahorro para la vejez y fuertes lagunas en las cotizaciones previsionales. 

Es por ello que entre las recomendaciones que lanza este estudio, se puede identificar la importancia de las políticas públicas que promueven, en el corto plazo, el uso de herramientas sencillas para capacitar a la población y aumentar el número de ahorristas. Asimismo, se enfatiza la importancia de promover, a largo plazo, una cultura de prudencia financiera y planificación para alcanzar las metas financieras, utilizando para tal fin tecnologías digitales (simuladores, recordatorios, etc.) que permitirían que la población se ordene financieramente y controle los gastos innecesarios.

Thaler y Sunstein, en Nudgest: improving decisions about health, wealth and happiness, ponen como ejemplo que “es más probable que se derroche en ostentosas compras impulsivas, con dinero recibido inesperadamente que con los ahorros acumulados a lo largo del tiempo”. Importa mucho entonces ser muy cuidadosos en el gasto, porque se trata de invertir en activos que nos generen ingresos a lo largo de nuestra vida. Uno de ellos es la educación, sin duda. Pero también es importante contar luego con una cartera diversificada de ahorro e inversión, que nos permita tener tranquilidad y estabilidad financieras; no solo mientras trabajamos, sino sobre todo en la etapa de la jubilación.

Brindar educación financiera, desde la formación inicial hasta culminar los estudios superiores, se convierte en un requisito básico para empoderar a los jóvenes en las buenas decisiones financieras que los ayudarán a que sus emprendimientos despeguen. Y en caso de que sean trabajadores dependientes, a construir una línea de desarrollo e independencia financiera acorde con su edad.