Darío Enríquez
Aborto, el más grande genocidio
Cada años son asesinados legalmente más de 50 millones de niños bebés
Ha surgido en nuestro país una controversia en referencia a la llamada píldora del día siguiente (PDS) o anticonceptivo oral de emergencia (AOE). Desde el gobierno se ha impulsado una medida cautelar para que esta pastilla “esté al alcance de los más pobres”, mediante su distribución libre y gratuita en entidades estatales. Hoy se vende en farmacias privadas sin restricciones. Por su lado, un colectivo de mujeres arequipeñas ha iniciado un proceso en contra que detendría la distribución estatal y hasta incluiría la prohibición de venta en farmacias privadas.
El centro de la controversia es el carácter abortivo de la pastilla de marras. Lo que ha sido demostrado fuera de toda duda razonable, es que la pastilla tiene tres efectos. Los dos primeros actuarían como lo hacen los anticonceptivos convencionales (previo a la concepción), mientras el tercer efecto (confirmado por los laboratorios que la producen en sus varias formas comerciales), destruye el proceso de anidación del cigoto (óvulo fecundado).
En este punto, los promotores de la PDS dicen que la concepción solo se da luego de la anidación. Así, como la PDS actúa antes o durante el anidamiento, no habría efecto abortivo. Para los otros, la concepción es efectiva con la unión del óvulo y el espermatozoide. Entonces, la destrucción del proceso de anidamiento sería un aborto, pues se destruye el cigoto, que se considera una persona humana con derechos. La ciencia genética apoya de manera indubitable la segunda posición, pero eso es irrelevante para instancias burocráticas como la OMS, la CIDH y otras, que tratan de imponer la convención de que la concepción se da después del anidamiento.
Es curioso. Al inicio de la discusión se hablaba mucho de usar la PDS en casos de violación. Es más, esa fue la idea fuerza inicial para que la PDS esté disponible, luchar contra los embarazos no deseados provocados por violación. Pero en el 2015, según fuentes del Minsa, se han vendido tres millones de PDS en las farmacias privadas. No es por violaciones, evidentemente. El embarazo por violación es la única causa por la que se ha pedido despenalizar el aborto. Es un tema que se agitó muchísimo hace quince meses en el Perú, pero hoy sus promotores (los mismos de la PDS) esperan el momento oportuno para relanzarlo. Sin embargo, no hay un solo caso de una mujer que haya purgado condena por tal delito, pues se les considera víctimas de circunstancias muy difíciles que obran como atenuantes.
No obstante, ni los violadores ni los hombres que abandonan a la mujer embarazada ni los que hacen pingües ganancias como abortistas tienen atenuante alguno como instigadores del delito contra la vida del bebé engendrado. Las iniciativas legales y administrativas desde el Estado controlado por operadores proaborto invocan la violación como motivo de aborto. Sin embargo, siempre se desentienden del violador, no hay medidas efectivas para perseguirlo, castigarlo o siquiera buscar su identificación. Menos para los otros instigadores.
Debemos también hablar sobre la naturaleza humana del bebé engendrado. Se cuestiona el hecho racional de que el ser engendrado es humano y su vida debe defenderse. Desde el punto de vista humanista, la dignidad humana y el derecho a la vida no se puede relativizar porque el bebé engendrado sea “no deseado”. No tenemos derecho alguno a interrumpir el proceso natural de ese bebé engendrado, que parte de un óvulo fecundado, luego embrión, más tarde feto y al final neonato. Todo ya está definido desde la fecundación, tanto el ADN como el programa genético que dirige el proceso. La madre aportó el óvulo y durante la gestación cobijará y alimentará al óvulo fecundado, embrión y feto. No hay construcción discursiva ni alquimia intelectual alguna que cambie esta realidad. Se trata de una vida humana. Su aniquilación en cualquier momento de su desarrollo en el vientre materno, desde la concepción hasta el nacimiento, es un crimen contra la humanidad. Es razón. Es ciencia. Es verdad.
Las estadísticas sobre abortos “legales” en el mundo son espantosas y quedan cortas. En los últimos veinte años hay estimaciones que muestran casi 300 millones de abortos. De hecho, estimado lector, al cierre de este primer semestre del 2016, se estima que se han realizado más de 28 millones de abortos “legales” en el mundo. Cada año se asesinan más bebés en el vientre de su madre que muertos hubo en la Segunda Guerra Mundial. Cuando usted esté terminando de leer estas líneas, se habrán producido en los cinco minutos que toma su lectura, más de 530 abortos “legales” en el mundo. Casi dos abortos por segundo.
Darío Enríquez
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