Delia Muñoz

¡A dialogar!

Un pedido para el nuevo Gabinete ministerial

¡A dialogar!
Delia Muñoz
11 de marzo del 2019

 

“Es que aquí no tenemos conflictos. En Nicaragua si
tienen conflictos. Aquí solo tenemos chismes, pleitos,
enredos y uno que otro bochinche”. Juan Pablo Lederach

 

La designación de un nuevo premier como Salvador del Solar, con formación académica en negociación, y la renovación sustancial del Gabinete ministerial, trae vientos de esperanza en el manejo concertado del diseño de las políticas públicas y, para la generación de mecanismos democráticos para las diferencias políticas con la oposición al Gobierno.

El diálogo es una ciencia, es un arte, que precisa saber escuchar, control para no juzgar y gran capacidad analítica para comprender la posición de los dialogantes u otras partes. Los bases del diálogo nos indican que para el éxito del proceso se necesita líderes con vocación dialogante y que cuenten con legitimidad, que el diálogo fluya en forma desregulada (pues la burocracia enmarca el proceso de diálogo y lo neutraliza, volviéndolo un ritual carente de contenido) y una profunda vocación democrática para resolver los graves retos que una sociedad presenta.

En nuestro país, para afrontar la crisis y generar gobernabilidad a partir del año 2000 (*), recurrimos al diálogo como herramienta de control de crisis y generación de propuestas. Esto ha permitido el acuerdo político y la dación de las normas que precisamos, como son la reforma constitucional, código de ética, modificación de fechas de elecciones, ley de inspección y de services, entre otros.

Estos y otros acuerdos fueron logrados en el seno de la Mesa de Diálogo de la OEA y, posteriormente se relanzaron o crearon: el Consejo Nacional de Trabajo, el Acuerdo Nacional, el Consejo Nacional de Educación, el Consejo Nacional de Salud, entre otros, y la PCM formalizó la creación de la Oficina Nacional de Diálogo y Sostenibilidad (hoy Secretaría de Gestión Social y Diálogo). A su vez se generaron, en las más diversas dependencias ministeriales, oficina similares; y la Defensoría del Pueblo conformó la Adjuntía de Prevención de Conflictos, a través de la cual siempre interviene en los procesos de diálogo.

Es decir, a nivel institucional estatal hemos generado una serie de espacios para el debate de los más diferentes aspectos de la vida del país. Pero donde se nota la ausencia de diálogo, y por ende la carencia de concertación, es en el nivel político de los grandes poderes del Estado.

Hoy en día, las sociedades democráticas consolidan su funcionamiento y canalizan las diferencias a través del diálogo. ¿Qué ventajas ofrece el diálogo? ¡Legitimidad! Nada menos. Es decir, que la norma, el plan de trabajo, los mecanismos de intervención, la generación de prelaciones de las políticas públicas, van a contar con el respaldo que les confiere provenir del acuerdo social y político. Evidentemente, no todos estarán de acuerdo, pero conocer las posiciones de las otras partes o partidos de oposición ayuda a definir la ruta del Gobierno y a priorizar las acciones a ejecutar.

En nuestro país, reina la disputa y la crítica, pero necesitamos coordinar políticas que impidan el deterioro de nuestro indicadores sociales y económicos. Para gobernar hace falta el acuerdo y el consenso, y ello solo se logra con el diálogo. Formulo votos para que el nuevo premier aplique el diálogo, pero en manera sincera y leal, dejando de lado la práctica de volverlo un ritual de visitas para luego hacer lo que se venga en gana.

Adicionalmente, las políticas públicas deben dejar de ser aplicadas en función a lo que el Estado —o mejor dicho, el Poder Ejecutivo— estima que las poblaciones precisan. Esa visión asistencialista debe ser puesta de lado y se debe pasar a la visión moderna de poner al individuo al centro y conferirle mecanismos que hagan posible la ejecución de sus intereses. Esto que parece tan simple, exige conocer qué es lo que se desea primero: el puente o la escuela, la lucha contra la desnutrición o el nuevo local comunal. Y pueden seguir los ejemplos, pero la realidad y las necesidades a resolver solo se conocen por el diálogo.

 

* A partir del 2001 el PNUD creó el Proyecto Diálogo Democrático, que contribuyó a construir un marco analítico y conceptual, facilitando las iniciativas del proceso de diálogo y permitiendo la adopción de soluciones pacíficas como las vividas en Perú. Se generó el concepto de diálogo democrático.

 

Delia Muñoz
11 de marzo del 2019

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