Jorge Varela

2022: el año que Chile vivió en peligro

Persiste el riesgo para la democracia chilena

2022: el año que Chile vivió en peligro
Jorge Varela
04 de enero del 2023


Después del estallido octubrista en 2018 –de aquel fuego furioso– y de la derrota plebiscitaria de septiembre de 2022 que sufriera el Gobierno de izquierda encabezado por Gabriel Boric, ha sobrevenido ese silencio de piedra que antecede al desencanto convertido en ceniza de utopías e ideologías cremadas. A la embestida de activistas violentos y locuaces ha seguido la cobardía y el retiro estratégico-táctico de los progenitores de toda esa furia loca.

Han sido cuatro años de frenesí cercanos a una irracionalidad contagiosa que ha afectado a la casta dirigente, a sectores claves de la academia, a determinados segmentos sociales y partidos. El 2022 fue un eslabón de este cuatrienio maldito. 

Se ha ido el año 2022 y con él ese esperado triunfo que no llegó e hizo llorar a muchos apostadores necios de la refundación institucional, a padres no reconocidos de la nación étnica plurinacional, líderes sin cabeza perdidos en el laberinto de un paraíso mal concebido. Algunos secuaces dicen que habrá que olvidarlo para siempre. Entre quienes desean que sea extirpado de su memoria histórica personal y hasta del calendario, existen razones ligadas a sus particulares concepciones ideológicas y a las frustraciones que derivan del choque entre ellas y la realidad. Otros se muestran aliviados porque no obstante haber cruzado el fuego de la revuelta, salieron indemnes sin quemaduras ni lesiones importantes. 

 

Las incertezas persistirán

Todavía hay quienes se reúnen en oficinas, gabinetes y escondrijos de comités centrales, a pesar de sentirse traicionados y de la adversidad que les circunda. Se trata de jerarcas y cabecillas –‘derrotados, pero no vencidos’ (según ellos dicen)– que traman fórmulas de reactivación para justificar una eventual fase de reinicio y prosecución de aquellos momentos de delirio previos al castigo que el pueblo soberano les infligiera a ellos y al oficialismo gobernante en el plebiscito del 4 de septiembre. 

Pareciera una idea de autoinmolación absurda; pero cómo explicar las siguientes declaraciones del excandidato presidencial comunista Daniel Jadue: “Hay que empezar a armar en todas las comunas, en los barrios, frentes antifascistas para detener esta maraña que va creciendo como una mancha de aceite, para salirle al paso de las noticias falsas, de las campañas de odio y tratar de retomar el rumbo que traía Chile (El Líbero, 9 de noviembre de 2022). 

La intención de Jadue es conducir a sectores de izquierda radical decepcionados con el Gobierno de Boric, al que califican como representante de la claudicación política y programática del cambio social, para enrolarlos en un tipo de organización barrial, sin intermediación de los partidos. El modelo a adaptar es multiverso: el de los ‘colectivos revolucionarios chavistas´, organizaciones civiles devenidas en ´organismos paramilitares´; el de los ´comités de defensa de la revolución´ nacidos en Cuba el año 1960, (organismos de vigilancia y control activo); incluso el de los ‘ronderos’ en las comunidades campesinas y nativas peruanas. Qué duda cabe entonces de que el riesgo y las incertezas persistirán en un horizonte proinsurgente como el descrito.

¿Qué les deparará a los chilenos el año 2023?: ¿mejorará su condición económica?, ¿se sentirán más protegidos y seguros?, ¿podrán participar en el fortalecimiento de una democracia plenamente libertaria, sin tutelas hegemónicas oscuras, sin afanes totalitarios ocultos, sin engaños ni mentiras, sin caudillos verborreicos? 

 

La estabilidad anhelada 

¿Hasta cuándo los humildes soportarán ser zarandeados y postergados por los violentos? Lo que hoy debiera interesar a los poderosos es esa multitud pacífica que busca con dignidad una salida a tanto desvarío y sufrimiento. En este sentido, la gran promesa de la elite chilena y de las castas políticas de acordar un nuevo texto constitucional, algo así como un constructo sublime, –casi sacrosanto–, continúa siendo una ilusión, una representación difusa, un artefacto por ahora etéreo. 

Según ha escrito el español David Trueba, –en una opinión aplicable a Chile–, “los signos nos invitan a pensar que la estabilidad no va a llegar del pacto con los extremos, sino del final de la gresca partidista. Los ciudadanos con sus votos fuerzan a los equilibrios más insospechados a quienes quieren sobrevivir en el poder. Es en esa contorsión donde radica la posible fractura” (“La utopía se llama estabilidad”. El País, España, 27 de diciembre de 2022).

 

¡2023: eres bienvenido a la historia! ¡Pasa y transcurre, si traes estabilidad!

Jorge Varela
04 de enero del 2023

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