LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
Imposible: ¡No hay transición con Vizcarra!
Jefe de Estado debe renunciar para facilitar proceso

El presidente Vizcarra ha desatado una crisis política que nadie pudo imaginar, sobre todo considerando la naturaleza artificial de esa crisis. Argumentar que el tema de la inmunidad lo obliga a proponer un adelanto de las elecciones generales es un cuentazo que comienza a desmoronarse con las horas y los días. En realidad, Vizcarra propuso adelantar elecciones porque él quiso renunciar ante la comprobación de que la incompetencia tiene límites: el Perú es un país al borde de la anarquía social y política y la economía se acerca a la recesión. El hombre se asustó porque la guerrita del Congreso comenzaba a acabarse y se le venía una revuelta en el sur. Además, el triunfo de Pedro Olaechea en la presidencia del Legislativo lo descompuso en extremo.
Como en Vizcarra no hay mucha grandeza, no renunció como lo haría cualquier patriota, sino que escuchó el consejo del abogado caviar, frívolo hasta el tuétano, y decidió cargarse el cronograma establecido en la Carta Política. Es casi se seguro que Vizcarra y los irresponsables que lo rodean no son conscientes de que, al proponer alterar el cronograma constitucional, de una u otra manera, están abriendo las puertas a la aventura comunista, tal como sucedió en Venezuela y Bolivia. Los caviares no lo entienden y, si lo saben, más les interesa el contractualismo estatal.
Por este grado de irresponsabilidad, por los niveles de frivolidad e improvisación, es imposible desarrollar una transición política con Vizcarra en la jefatura de Estado. Al margen de cualquier fórmula constitucional y legal, una eventualidad de adelanto de elecciones con Vizcarra en el poder nos llevaría de terremoto en terremoto político y la República llegaría en escombros a las elecciones, lista para ser beneficiada en la mesa de los comunismos, los colectivismos y todas las fórmulas aventureras, que proponen una asamblea constituyente.
No hay, pues, otra salida si pretendemos defender las instituciones republicanas. El primer acto, único e impostergable, para iniciar la transición política es la renuncia de Vizcarra. Sobre la base de esa dimisión, que él mismo ha puesto en la agenda nacional todos los partidos políticos —incluso los que pretenden arrasar con la actual Constitución— deben llegar a un acuerdo para la transición. ¿Se queda como jefe de Estado o renuncia Mercedes Aráoz? Si ella renuncia, ¿se aprueba una reforma constitucional transitoria que posibilite el adelanto electoral? Todas estas interrogantes tienen valor con Vizcarra fuera de Palacio.
Si los congresistas, los políticos, los empresarios, los periodistas de buena voluntad y los ciudadanos en general no entienden que el primer paso para salvar a la República es desterrar a un aventurero de la máxima magistratura nacional, entonces no nos lamentemos cuando veamos pasar los cadáveres de las instituciones republicanas. No nos lamentemos.
Seguramente en los medios de comunicación tradicional la desesperación por aguantar —con la publicidad estatal— para salvar algunos activos, la irresponsabilidad de las encuestadoras, y la frivolidad caviar y marxista seguirán alentando las consignas de cierre del Congreso, tal como sucedió en la última parada militar. Pero eso no tiene fuerza alguna. Son números inflados, solo tienen valor cuando los propios congresistas, desmoralizados por tanto apanado, sobredimensionan el papel de algunos medios que pocos registran.
Hoy las instituciones republicanas que estamos construyendo en dos décadas de democracia, a través de cuatro elecciones sucesivas sin interrupción, están al borde del abismo. Si el asalto comunista de la República triunfa solo se explicará por la renuncia de los republicanos a defender la libertad y las instituciones. ¡Un aventurero y dos portadas que nadie lee no pueden acabar con la actual experiencia republicana!
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