Tino Santander
¡Solo Gareca salvará al Perú!
La política ha pasado a un segundo plano
Ricardo Gareca es el héroe que los peruanos anhelaban. Este argentino, heredero del espíritu del libertador San Martín, ha llegado a nuestras tierras para hacer una revolución en el fútbol peruano que estaba hundido en el fracaso, en el fraude y la informalidad generalizada. Lentamente y sin aspavientos mediáticos ni controversias altisonantes ha transformado a nuestros jugadores en profesionales responsables. Y, sobre todo, ha organizado un equipo solidario capaz de competir con las selecciones más importantes del mundo. Algo impensable para los hinchas, que veíamos los partidos de la selección con terror a ser goleados y escuchar la manida frase: “a los jugadores les falta compromiso y actitud”.
Por eso, cada partido ganado desencadenaba la locura de algunos comentaristas deportivos, que comparaban a nuestros jugadores con las estrellas del fútbol mundial. Lamentablemente todavía no tenemos un jugador de jerarquía mundial. Todos sabemos que la farándula, la bohemia, la falta de voluntad por ser los mejores nos han traído vergonzosas y humillantes derrotas en todos los torneos sudamericanos en los que participaron los equipos peruanos. Por eso el mérito de Gareca es inmenso: conocedor de las limitaciones y virtudes del futbolista peruano, le ha inculcado disciplina y hambre de gloria deportiva de manera inteligente.
Los peruanos, después de muchos años, vemos que los jugadores del seleccionado tienen convicción de que pueden clasificar al mundial. La ilusión de estar en un mundial nos emociona tanto que empezamos a olvidarnos de los diez millones de peruanos sin agua ni desagüe, abandonados por el Gobierno; nos olvidamos del 85% de agricultores sin crédito agrario y de que el ministro de Agricultura parece un fantasma que pena por los desiertos del norte sin saber qué hacer. Los cusqueños nos hemos olvidado momentáneamente de la promesa de campaña electoral del presidente Kuczynski de renegociar el contrato de Camisea, que regala nuestro gas a precios viles. El sueño del mundial ha desaparecido de los medios de comunicación al millón de mineros informales desamparados por el Gobierno. Por el momento, los goles de Guerrero y del Oreja Flores son más importantes que el fracaso de Proinversión y del sistema de inversión pública y privada; las gambetas de André Carrillo y Cuevita importan más el déficit de US$ 170,000 millones en infraestructura productiva y social que tiene el Perú y que el Gobierno no sabe cómo solucionar.
El fútbol es el alucinógeno más hermoso que tenemos los peruanos para olvidar nuestros problemas. Víctor Ávila y Leocadio Zavala, dirigentes sociales de Lima y Cusco, me decían: “La gente está pensando solo en el jueves. Entonces, compañero, esa tarde vemos el partido con unas chelitas y si ganamos festejaremos hasta el día siguiente”. “No importa que pase, el jueves —me dice Ávila— lo importante es que ya no jugamos como los equipos limeños con miedo, sino como el Cienciano campeón. Y si Gareca nos clasifica al mundial será presidente del Perú el 2021 ¡Solo Gareca salvará al Perú, Carajo!”.
El jueves no se define la historia del Perú, no cambiará nada. PPK seguirá engañando a Kenji con el indulto, la izquierda seguirá pérdida, el fujimorismo apresado entre los modales democráticos y su naturaleza autoritaria, el Apra seguirá operando como un service político a favor de intereses particulares. Lo único que cambiará será nuestro estado de ánimo y la ansiedad por jugar el 12 de octubre contra Colombia. Lo demás, por el momento, no existe.
Tino Santander Joo
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