¿Por qué seguirá subiendo la luz?

Los sobrecostos que pagan los ciudadanos por las energías alternas

El precio de la luz sube, un bocadillo de lo que nos espera si seguimos en la vía empedrada de “buenas intenciones” (como el infierno) por los alarmistas climáticos.

Ya comenté los problemas de intermitencia en la producción de las energías fotovoltaica y eólica, que se aprecian cada vez más claramente en Europa y que han conducido –en el caso alemán por ejemplo- a un aumento de uso de carbón y de las emisiones de CO2 concomitantes (no hablaré de dióxido de azufre u otras materias particuladas que si bien afectan directamente nuestra salud no parecen preocupar mucho dichos alarmistas). También les indiqué que esas fuentes de energía generan sobrecostos importantes.

Hay un dato que el MEF y el Osinergmin deberían tener en cuenta si se atrevían a escuchar a los eco-estafadores. Es este gráfico, que fue construido cruzando las tarifas de luz pagadas por los clientes residenciales europeos (según Eurostat) en función a la capacidad instalada de producción eólica y fotovoltaica (según las estadísticas mundial 2015 de BP). Comparar países con geografía similar habla por sí mismo: vean nomás Finlandia (FIN), Noruega (NOR) con su vecino Dinamarca y ¡pregúntese cuál precio de luz prefiere pagar!

Por supuesto, lo que se verá es el impacto directo sobre nuestras facturas de luz. Y adivinen, ¿quiénes serán impactados en primer lugar por este incremento de tarifas? Pero lo que no se ve - o se verá menos en un primer momento - son las empresas que aún no lograron ganar suficiente competitividad y que tendrán que competir en un mercado globalizado. Obviamente cuando aquellas pierdan un mercado aquí o unos clientes allá y entonces se vea afectado el PBI, no faltarán excusas externas (el Niño, el precio de los commodities, el frío o el calor, y que sé más) pero obviamente, nunca, jamás, serían cuestionadas las decisiones tomadas en materia energética.

Poniendo de lado, por un momento, la incompetencia visceral de mandatarios, y salvo que haya un lobby importante, no logro explicar la pasión que se desata por las energías solar y eólica en un país con un enorme potencial hidroeléctrico. En el mismo sentido de querer, por ideología, una energía renovable “no convencional”, ¿por qué no apuntar hacia la geotermia, que no posee el problema mayor de la intermitencia, ilustrado una vez más en EE.UU? Esta vez.

Además, si tanto están convencidos del calentamiento global ¿por qué los climastrólogos no apuestan su plata en vez de jugar con nuestro futuro sacando provecho de la maniobra?

Obviamente apostar, más allá del azar, supone un buen conocimiento del tema objeto del juego. Hablando de conocimiento, la cuestión se pone delicada ya que mientras unos emiten chirridos de alarma en cuanto al futuro de nuestros termómetros y su hipotético vínculo con el CO2, otros descubren - aturdidos - que se había subestimado en siete veces el número de árboles que crecen en el planeta…

Es que precisamente, el calentamiento global resulta ser el “parche intelectual” que le permite a cualquier fulano proclamarse “experto”, mostrar una falaz preocupación ambiental y esconder un desconocimiento total de los procesos naturales. Tal es el caso de estos investigadores que “descubrieron” que los osos polares no son ositos cariñosos sino predadores que no dudan en incluir humanos en su dieta, si la oportunidad se presenta. Por supuesto, si estos científicos se encuentran sitiados por una manada, o si se incrementan los ataques a humanos, lo más simple será culpar al cambio climático en vez de pensar que el campamento se montó en el territorio de los predadores; predadores que también ven su población crecer…

Por: Vincent Dumortier