Hugo Neira
Control de daños. Lo peor
¿Una hábil maniobra para ganar la batalla o un harakiri?
La perífrasis de control de daños sirve para decir que se inspecciona algo. Se dice que los primeros que utilizaron el término fueron marinos. En efecto, es el primer paso que da un capitán para comprobar el estado del barco después de un accidente. Pero como es fácil imaginar, la perífrasis fue adoptada por las empresas y la política. ¿Se puede combatir a un rival al punto de tumbarse el contendiente y el recinto mismo? Algo como el grito de Sansón, muero y conmigo los filisteos. Y eso es lo que ha ocurrido.
Los organizadores habían establecido una sapiente exposición en cinco bloques. ¿Qué vimos? Las propuestas. Ciertamente, se habló de ellas. Pero hubo otro tema, un leitmotiv, poderoso, recurrente. Hemos visto a dos PPK. Al candidato competente, varias veces ministro, y a la vez, al otro. Un fiscal que acusaba a una criminal. A Keiko, a la lideresa que ha ganado la primera vuelta y que tiene una bancada, la ha tratado como si fuera la cabecilla del cartel de los Sapos de Colombia. PPK pudo ganar esa noche el debate apelando a lo que es, pero no fue así. El psicosocial pasó a ser el personaje central por encima de las demandas y esperanzas de millones de personas. A todos nos interesa que el poder legal no caiga en manos de la mafia. Pero no podemos dejar de pensar que ese psicosocial ha estallado justo a tiempo.
Hasta esa noche, lo que estaba en juego era un cargo presidencial. Lo he venido diciendo, PPK y Keiko se van a necesitar. Pero para la mano oscura que lanza el psicosocial Vásquez-Ramírez a la hora undécima, la finalidad es otra. Priman otros intereses que los de la democracia. Hasta esa noche, pensé que Pedro Pablo era el candidato de Peruanos Para el Kambio. Pero lo que hemos visto es el candidato de todos contra Keiko a como dé lugar. Y no sé si hemos asistido a una hábil maniobra al final de una batalla o un harakiri. PPK dirá que en ese caso se ha sacrificado por la buena causa. No pienso eso. La buena causa era una presidencia que reemplace a los actuales inquilinos de Palacio. De ese debate salen dañados tanto Keiko, por el uso de la sospecha, y el mismo PPK. Las fuerzas hostiles a Keiko son las mismas que demolieron a Alan García. Decir quién sale ganando sería insultar la inteligencia del lector.
Tras ese debate se abren varios escenarios. Un primero, que no cambie gran cosa. Un segundo, más bien en los sectores dudosos. Pronto lo sabremos. Pero Luis Bedoya Reyes, en una entrevista de Jaime de Althaus, dijo que era temerario «enfrentarse radicalmente contra alguien que ya tiene 72 curules sobre 130». Hay, pues, otra consecuencia. Que PPK gane, justamente por esos ataques. Entonces, habrá vencido en una elección y herido de muerte el Estado y la gobernabilidad.
Lo que hemos escuchado augura tiempos tenebrosos. ¿Qué quiere decir PPK cuando le dice a Keiko que carece de autoridad moral? Su legitimidad no es el resultado de opiniones y rumores, sino republicana. Proviene del voto de los peruanos, señor. Ya sabremos un día más sobre ese psicosocial y, sobre todo, quién lo preparó, qué quinto o sexto poder, qué misteriosa centralita. Entre tanto, ¿qué estuvo insinuando PPK toda esa noche? El nuevo parlamento tiene narcos, y entonces si llega, ¿va a disolverlo? Puedo equivocarme, pero me ha quedado la sensación de que PPK no admite que ha perdido la primera vuelta y el legislativo. Y esa posibilidad me estremece.
PPK usó una metáfora feliz, los tres jinetes del Apocalipsis. Faltaba uno, él mismo. El presidente que llegaría aupado por un conglomerado heterogéneo. Pedro Pablo, al día siguiente, te dejarán solo. Ya ocurrió con Toledo. El Titanic se hundió cuando chocó con un iceberg, por el azar de las cosas. Aquí no ha habido casualidad. El torpedo anti-Keiko, surgido de un suelto en la prensa peruana —la ironía de la historia, del periodismo chicha, como en los días de Alberto— ha sido concebido como el punto central del último debate. Alguien con mucho poder (todavía) no quiere otro gobierno. Lástima por Pedro Pablo. El fin no justifica los medios. Y el montesinismo ha cambiado de lugar. Es parte del anti-Keiko. ¡Cómo has cambiado pelona!
Hugo Neira