Vuelve el terrorismo y la urgencia de una nueva estrategia contrasubversiva

La emboscada y la muerte de siete efectivos de la Policía Nacional del Perú (PNP), luego de tres décadas de la derrota militar de Sendero Luminoso, sorprendentemente plantea la urgencia de una nueva estrategia contrasubversiva del Estado peruano. Los asesinatos de policías fueron perpetrados por el Partido Comunista del Perú Sendero Luminoso (facción militarizada) en el Valle del río Apurímac, Ene y Mantaro (VRAEM), la principal zona de producción de hoja de coca y narcotráfico en el país. La mencionada columna desarrolló una típica operación militar: ataque, contención y luego el remate de los heridos.

El ataque se produce luego de que, durante un año y medio de Gobierno de Pedro Castillo, se iniciará un proceso de destrucción de la PNP, ya sea interfiriendo con los ascensos y promociones de la oficialidad o cancelando todos los abastecimientos y provisiones para que la PNP resguardara la seguridad ciudadana. Se sabe que luego del fallido golpe de Castillo la PNP ni siquiera contaba con bombas lacrimógenas. Antes de Castillo, el progresismo había pasado al retiro groseramente a 18 oficiales generales, violando criterios legales del proceso.

El brutal ataque terrorista se produce luego de que el golpe de fallido de Castillo desatara la violencia de vanguardias comunistas y radicalizadas que –a través del ataque a los aeropuertos y decenas comisarías en el sur y el bloqueo de carreteras para desabastecer las ciudades y destruir el aparato productivo– pretendía quebrar el Estado de derecho para instalar una asamblea constituyente.

Es necesario establecer precisiones y diferencias con respecto a la protesta social y la violencia contra el Estado de derecho y el terrorismo en general. La rabia y la ira de nuestros hermanos puneños y cusqueños contra la indolencia del Estado –sobre todo de los gobiernos regionales– y décadas de exclusión, es legítima, y debe ser entendida y escuchada. De eso no hay la menor duda.

Sin embargo, así como debemos separar la paja del grano también debemos señalar los peligros y las relaciones que se pueden establecer entre la violencia y el terrorismo comunista. Por ejemplo, hoy las vanguardias comunistas y radicales que bloquean carreteras exigen la instalación de una asamblea constituyente y coinciden con el programa y la plataforma del terrorismo en el VRAEM (que también demanda una constituyente). Por otro lado, si hasta una Convención de las Naciones Unidas señala que cualquier ataque a un aeropuerto debe ser considerado un acto terrorista, ¿cuál es la diferencia entre los ataques a las comisarías y los aeropuertos en el sur con el terrorismo en general? Se podrá sostener que la diferencia radica en el poder fuego, sin embargo, ¿acaso ya no estamos hablando de una estrategia subversiva contra el Estado de derecho? 

Por todas estas consideraciones, creemos que el Perú debe desarrollar una nueva estrategia contrasubversiva, luego de tres décadas de la derrota del terrorismo senderista, que llegó a controlar una tercera parte del área rural del país. En ese sentido, creemos que el Congreso y el Ejecutivo deberían declararse en sesión de emergencia y producir la nueva legislación para enfrentar la amenaza terrorista y ajustar las funciones que deben cumplir las fuerzas armadas, la PNP, el Ministerio Público, el Poder Judicial y demás instituciones del Estado de derecho, frente a esta amenaza.

La movilización de las instituciones republicanas debe precisar desde los tipos penales vinculados al terrorismo hasta el reforzamiento de la protección constitucional y legal de las fuerzas armadas, la PNP y la sociedad en general frente al terrorismo. Semejante discusión debería contemplar, incluso, la posibilidad de retirarse de la competencia jurisdiccional del Pacto de San José. Es inaceptable que las corrientes comunistas y progresistas comiencen a hablar de “ejecuciones extrajudiciales” de parte de nuestros soldados y policías –que defienden los aeropuertos y carreteras–, pretendiendo resucitar el escenario de persecución y judicialización durante la lucha contra el terrorismo de los ochenta, debido a la extrema politización del sistema interamericano de justicia.

Finalmente, creemos que la PNP debe contar con una nueva legislación que destierre los intentos de manipulación política que suelen desarrollar todas las corrientes de izquierda. Y en ese camino, debe convertirse en la mejor policía de todo el continente. 

En cualquier caso, el Perú entero está obligado a rendir homenaje a los 7 héroes asesinados en el Vraem.