Urgente: ¡reajustar la política sanitaria, ya!

El anuncio del presidente Vizcarra de que regresa la cuarentena los domingos y vuelven las restricciones para salir a los menores, en el acto evocó todos los fracasos del Ejecutivo en la contención de la pandemia del Covid-19, que han causado una explosión de infecciones, una de las letalidades más altas del planeta (por millón de habitantes), y una de las recesiones más graves y devastadoras del mundo. 

La presentación del jefe de Estado repitiendo las mismas fórmulas del anterior Gabinete ministerial y de la errática gestión del anterior ministro de Salud encendió todas las luces rojas: el Ejecutivo no tiene estrategia y solo espera el avance natural del virus, no obstante que el sistema hospitalario del país ha colapsado de principio a fin. No hay suficientes camas y unidades de cuidados intensivos en las entidades hospitalarias; a eso se suma que los programas de atención de pacientes oncológicos, con problemas renales (diálisis) y otras enfermedades, han ingresado en un peligroso paréntesis que aumenta la letalidad.

En este portal hemos sostenido que una línea de política pública debería ser el enfoque comunitario: la alianza del Estado con la sociedad, con las organizaciones territoriales, sectoriales y gremiales de la comunidad, con el objetivo de aislar el virus en la comunidad y evitar que los enfermos lleguen a los hospitales. En algunas regiones y provincias  (sobre todo en el norte, Piura y Cajamarca) se han implementado estas estrategias con resultados positivos en la disminución de contagios y letalidad. Nuestro colaborador Herberth Cuba ha documentado con detalles estos avances.

Sin embargo, para que funcione este enfoque comunitario se necesita de otra política pública, que llamaremos “prueba, rastreo y aislamiento focalizado y sectorial” que ha propuesto el doctor Luis Solari también en este portal. ¿Qué significa semejante iniciativa? Según señala el doctor Solari, Google de América Latina ha ofrecido gratuitamente una aplicación para rastrear a los infectados y a sus contactos permanentes y eventuales a través de los teléfonos celulares. Sin embargo, Google pone una condición: que solo se aplique para los infectados por el Covid. Una condición absolutamente aceptable y razonable. Pero esta condición habría causado desacuerdos con el Ejecutivo. ¿Por qué? Nadie lo entiende. ¿Acaso se pretende utilizar la geolocalización digital para fines diferentes que la lucha contra la pandemia? La cosa suena a irreal y frívola en momentos en que la curva de infectados sigue subiendo. Rastrear a los infectados y a sus contactos directos y eventuales debería entonces ser una estrategia complementaria al llamado enfoque comunitario para que la movilización de la población y las organizaciones sociales avancen en la contención del virus.

Otro de los hechos que llama en extremo la atención es que no se convoque a la empresa privada –con mayores capacidades gerenciales y recursos– o a las iglesias, que cuentan con una impresionante capacidad de organización y movilización. Es difícil entender esta situación, sobre todo considerando los éxitos en la contención de la pandemia en Guayaquil, una zona que tuvo una explosión de infecciones y una de las letalidades más altas de la región.

En el Ejecutivo y el Gabinete Martos se debería entender que, a estas alturas, los ensayos ya comienzan a aparecer frívolos en medio de la explosión de las infecciones y los más de 50,000 muertos que ha desatado la pandemia, ya sea por el Covid o por efectos indirectos en el tratamiento de otras enfermedades.

Por momentos pareciera que en el Ejecutivo se ha llegado a la conclusión de que solo queda el avance natural del virus. Es decir, que el Perú logrará contener la pandemia con la llamada inmunidad de rebaño o la llegada de la vacuna en el primer semestre del 2021. Sin embargo, esta posibilidad es igualmente aterradora porque no hay conclusiones científicas sobre este fenómeno –habida cuenta de las características del virus del Covid-19– con respecto a la tasa de letalidad. En todos los países –excepto quizá Suecia y, en el Perú, Loreto (con abismales diferencias en el sistema hospitalario)– la curva de contagios ha descendido por políticas públicas acertadas y no por la inmunidad colectiva. Si las cosas siguen por esta ruta el país se convertirá en un inmenso laboratorio en donde los cerca de 50,000 muertos en exceso podrían ser el inicio de una devastación nacional sin precedentes.

Por todas estas consideraciones, el Gabinete Martos debería convocar a todos los especialistas nacionales y extranjeros que conocen de la pandemia y, sobre la marcha, reajustar la estrategia sanitaria para evitar mayores sufrimientos a nuestro pueblo.