Editorial Política

Una oposición que no defiende el modelo, ¿puede evitar un nuevo Castillo?

Lecciones luego de haber elegido al peor candidato de la historia

Una oposición que no defiende el modelo, ¿puede evitar un nuevo Castillo?
  • 16 de mayo del 2023

La construcción republicana de las últimas treinta años que –a nuestro entender– incluye las reformas económicas de los noventa y más de dos décadas de democracia, soportó la mayor prueba a la que se somete a un sistema constitucional: se permitió la llegada de un Gobierno comunista, que actuó en contra de la Constitución y promovió abiertamente una asamblea constituyente para derogar el orden constitucional y legal. 

Luego del golpe fallido de Castillo y la derrota de la ola insurreccional contra el Estado de derecho, la conclusión lógica es que la amenaza de un nuevo Castillo, del triunfo de un nuevo proyecto de las izquierdas comunistas y progresistas, debería ser desterrada del país en el mediano plazo. Sin embargo, en la política –como en la vida–, las secuencias no son lógicas, siempre están gobernadas por el azar y la voluntad de los actores.

A pesar del desastre general y la derrota catastrófica de las izquierdas, más temprano que tarde, podrían regresar al poder si los sectores republicanos, democráticos y de las centro derechas, no sacan las conclusiones de por qué elegimos al peor candidato de la historia republicana, y a uno claramente vinculado con el senderismo.

Una de las lecciones a considerar es que debemos cambiar el orden de los relatos predominantes en la sociedad e identificar en dónde están las amenazas a las libertades, al crecimiento y al proceso de reducción de pobreza. Luego de Castillo, ¿a algún llamado “cojudigno” le queda duda sobre dónde está la principal amenaza al Perú? Las izquierdas en sus versiones comunistas y progresistas, que proponen la asamblea constituyente, son las directas responsables de la desinstitucionalización de la democracia y la lentificación del crecimiento y el aumento de pobreza. ¿O no? Invertir el orden de los relatos e identificar a los enemigos de la libertad es tarea urgente no solo en Perú, sino también en Chile y Colombia, en donde se empieza a derrumbar el colectivismo. Las narrativas tienen demasiado que ver con el mediano plazo.

Sin embargo, los partidos y la oposición peruana que detuvieron la asamblea constituyente en el Perú, al parecer, todavía no han entendido el papel que juega el modelo económico, el crecimiento y el proceso de la reducción de pobreza en contra de la amenaza bolivariana. En el Legislativo se parece dudar con respecto a las intenciones de desmontar el sistema previsional privado mediante nuevos retiros, se siguen fomentando normas populistas –como la de las cinco millas de mar para la supuesta pesca artesanal– mientras se demoniza a la industria pesquera, se duda en cancelar la absurda derogatoria de la Ley de Promoción Agraria y volver a ponerla a vigencia, y casi nadie apuesta por reformas estructurales que relancen el crecimiento, atraigan inversión privada y reactiven los círculos virtuosos que, en las últimas tres décadas, nos permitieron cuadriplicar el PBI y reducir la pobreza del 60% de la población a solo 20%, antes de la pandemia.

En la izquierda chavista, en el comunismo y los progresismos autoritarios, por el contrario, hay una clara consciencia de que uno de los enemigos más formidables contra su estrategia de controlar y centralizar el poder –mediante asambleas constituyentes– es el modelo económico y la reducción de pobreza. En Chile y Perú, por ejemplo, si las izquierdas se derrumban (lo que significa que no puedan regresar al poder) es porque la voluntad de crear “momentos constituyentes” artificiales ha frenado la economía, la inversión privada y ha vuelto a convertir a ambas sociedades en lugares donde la pobreza aumenta.

Una oposición que no defiende el modelo, entonces, no puede evitar el regreso de un nuevo Castillo. No parece posible. Así como en el sistema republicano el equilibrio de poderes y las instituciones controlan el poder central, igualmente el capitalismo, el crecimiento, es un mecanismo poderoso de control del poder porque transfiere poder a los privados antes que a los burócratas o la nomenclatura del Estado. Los defensores de las libertades deberían saberlo.

  • 16 de mayo del 2023

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