La comisión de Constitución del Congreso de la R...
El presidente Pedro Castillo, no obstante haber desatado el desgobierno con sus propuestas de la constituyente y las nacionalizaciones, hoy, acorralado por cinco investigaciones –lideradas por la Fiscal de la Nación, Patricia Benavides– en su segundo mensaje de Fiestas Patrias, mencionó a la inversión privada como uno de los protagonistas centrales del empleo. El jefe de Estado, que unas semanas antes renunció a Perú Libre, pretendía enviar el mensaje acerca de que se cambiaba de proyecto.
Más allá de sus intentos de victimizarse frente a los escándalos y denuncias en contra de él y su entorno más cercano, al margen de su intención de atribuir los hechos a una supuesta conspiración mediática, Castillo se atrevió a señalar que el PBI del Perú había crecido 3.5% en el primer semestre de este año, por encima del promedio regional y mundial (que está debajo del 3%). Decimos que se atrevió, ¿por qué acaso no se entiende que hemos perdido más de tres puntos de crecimiento por las estulticias de la constituyente y las nacionalizaciones?
Luego Castillo también se atrevió a sostener que se había reducido la pobreza en el 2021, en comparación con el 2020. Como todos sabemos la tragedia que desencadenó la administración Vizcarra en destrucción económica significó que la pobreza aumentará del 20% de la población a 30% En el 2021 la resistencia nacional en contra de la constituyente evitó que se modificará el modelo económico y, si bien se ahuyentó nueva inversión privada, la inercia del crecimiento y de los emprendimientos previos posibilitó reducir la pobreza a cerca de 26%. Sin embargo, si no hubiese habido la tragedia Castillo y sin los anuncios de la constituyente, la economía no solo habría rebotado, sino que se habrían recuperado los ingresos previos a la pandemia y los avances en la lucha contra la pobreza, sobre todo por los altos precios de los minerales (hasta unas semanas atrás).
Castillo incluso habló de que se proyectaba para este año una inversión privada total de US$ 44,000 millones; es decir, la misma inversión del 2021. En otras palabras, la inversión privada crecerá cero. También mencionó a la minería moderna y la consideró parte de un proyecto nacional. Y, no obstante que dejó en claro que el impulso del estado empresario continuaría con la Refinería de Talara y con la conducción del lote 192 por parte de Petro Perú y, más allá de algunos anuncios populistas, Castillo parecía decidido a enviar el mensaje que se cambiaba de bando.
No es necesario ser un estratega político ni tener doctorados en politología para entender que Castillo está buscando una salida para sobrevivir frente a la oleada de indignación popular que desatan las investigaciones que desarrolla el Ministerio Público en su contra. Tampoco es necesario ser demasiado zahorí para comprender que el gambito de Castillo, seguramente recomendado por un renovado equipo de asesores, se formula demasiado tarde.
Castillo es un jefe de Estado convertido en un cadáver no solo por las denuncias que se acumulan en su contra, sino también por la manera frívola e irresponsable en que empezó a nombrar funcionarios y ministros en todas las dependencias del Estado. Cuatro gabinetes inviables, el bloqueo de casi todas las políticas de Estado previas, y una sensación de una implosión general de los servicios son sus principales legados.
No obstante que por allí Castillo mencionó que hubo errores en los nombramientos, hoy es incuestionable que no se trataron de errores involuntarios sino de una estrategia premeditada para destruir el Estado desde adentro. La idea de una constituyente y la decisión de gobernar en contra de la Constitución lo llevaron a nombrar a Juan Silva en el sector Transportes y a empezar a organizar el peor gobierno de la historia nacional, con el apoyo del comunismo y del progresismo.
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