La comisión de Constitución del Congreso de la R...
Se acaban de cumplir 31 años de la captura de Abimael Guzmán –el llamado presidente Gonzalo–, jefe y líder del Partido Comunista de Perú-Sendero Luminoso, una de las organizaciones terroristas más letales de la experiencia mundial. Una de las cosas más memorables de esa captura, que marcó un punto de inflexión en las olas de terror en el país, fue que se desarrolló de manera impecable, sin disparar un tiro. El excelente trabajo de inteligencia del GEIN, grupo especial de la Policía Nacional del Perú (PNP), llevó adelante una de las hazañas más remarcables de la inteligencia urbana antiterrorista.
Sin embargo, es necesario recordar que todas las sectas que desarrollan terror urbano, generalmente, suelen caer y ser derrotadas por la inteligencia policial del Estado. Así sucedió en América Latina y en Europa. Considerando que Sendero Luminoso se reclamaba una organización marxista, leninista, maoísta - pensamiento Gonzalo, ¿cómo así la organización comunista fue desmantelada en la ciudad? ¿Acaso el dogma estratégico del maoísmo no señala que la guerra popular se desarrolla desde el campo a la ciudad? ¿Cómo explicar este absurdo desde los principios de la guerra popular del maoísmo?
El terror de Sendero Luminoso, según diversas investigaciones y reportes de organizaciones mundiales, llegó a controlar una tercera parte del territorio nacional, sobre todo en el área rural. El terror había desaparecido cualquier presencia del Estado en las llamadas zonas liberadas o del nuevo estado democrático y popular. Sin embargo, una movilización campesina en alianza con las Fuerzas Armadas generó un sistema de comités de defensa civil (Decas) que, en muy pocos años, molió y destruyó el control terrorista en el campo. En este contexto, el mando senderista y el propio Guzmán, cometiendo una herejía maoísta e inventando un supuesto “equilibrio estratégico”, focalizaron sus acciones en la ciudad, sobre todo en la capital.
Lo demás es historia conocida. Sendero desató una ola de terror en la ciudad y tiempo después Guzmán fue capturado y se desmanteló el comité central senderista. El Perú, la sociedad y el Estado comenzaron a ganar la primera gran guerra nacional que enfrentó a los peruanos de toda condición: desde los más pobres en los Andes hasta los más ricos en las ciudades.
Sorprendentemente, la paz se logró gracias a centenas de héroes campesinos que destruyeron el control senderista en el campo y obligaron al mando terrorista a focalizarse en Lima. Sin embargo, hoy las calles de las ciudades y de la capital no llevan los nombres de los héroes campesinos que posibilitaron la pacificación nacional. El Perú, la sociedad, no celebró la guerra contra el terror que se ganó, la primera gran guerra nacional de toda nuestra historia republicana. ¿Por qué? El informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), paradójicamente, luego de la victoria nacional contra el terror, fomentó abismos insalvables entre todos los peruanos negando de plano la gesta nacional contra el terror y el papel de los héroes campesinos. El motivo: se priorizó la denuncia de los excesos en la guerra contraterrorista con las tesis del supuesto “conflicto armado interno” y la “violación sistemática de derechos humanos”.
Al reducir la guerra contrasubversiva –por criterios exclusivamente ideológicos del marxismo– a los excesos cometidos por el Estado se ocultó una de las movilizaciones contrasubversivas más democráticas y con mayor participación campesina y popular de la historia de América Latina. Ni siquiera la participación de los campesinos en las montoneras de Avelino Cáceres en la Guerra del Pacífico pueden ser comparadas con la masiva movilización rural, a través de la Decas, contra el terror senderista.
Finalmente, el Informe Final de la CVR causó tanto daño al sistema político del Perú que la polarización entre fujimoristas y antifujimoristas se convirtió en una nueva religión profana que terminó destruyendo todos los logros institucionales, económicos y sociales de las últimas tres décadas. El colofón de esta historia de abismos y desencuentros se escenificó cuando los peruanos eligieron a Pedro Castillo, el peor candidato de la historia republicana, que avanzaba en alianza con Sendero Luminoso, tres décadas después de la victoria nacional sobre el terror.
El informe de la CVR demuestra que los relatos y las narrativas pueden terminar enloqueciendo o enfermando a una sociedad. Allí están los resultados.
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