Editorial Política

Sociología del resultado (fragmentación) electoral

Apuntes sobre las tendencias de los comicios

Sociología del resultado (fragmentación) electoral
  • 11 de abril del 2021

En las presentes elecciones, la crisis del sistema republicano y la casi perpetua crisis de representación política afloraron con una fuerza tectónica hasta la superficie, revelando que la construcción republicana es una gran interrogante que debemos responder. Tal como sucedió en los comicios del 2006, del 2011 y del 2016, las presentes elecciones han desnudado la existencia de un Perú formal de minorías y un Perú informal de mayorías. Hay entonces un Perú oficial y otro real.

Los primeros resultados a boca de urna revelaban que la dispersión y fragmentación electoral caracterizaban el desenlace de los comicios. Si antes se solía señalar la crisis de representación política hoy no se exagera cuando, luego del cierre de la jornada electoral, se habla de desplome del sistema político: ninguno de los candidatos que pasará a la  segunda vuelta superará el 20% de los votos válidamente emitidos.

Y estas reflexiones valen para las derechas e izquierdas. La centro derecha, por ejemplo, es un fenómeno irresuelto porque, al costado o cerca del fujimorismo tradicional, ha surgido una derecha más conservadora y más radical en las definiciones con la izquierda. Igualmente, frente a los tradicionales agrupamientos de la llamada izquierda caviar y del colectivismo más vinculado al eje bolivariano, ha emergido una izquierda liderada por un docente de escuela pública, cuyo mensaje se hunde en las tinieblas del anticapitalismo más elemental, vinculado al senderismo del MOVADEF, y que se combina con un discurso étnico y andino en contra de "la tradicional sociedad criolla".

Sin embargo, todas estas interpretaciones están atravesadas por la dialéctica de la formalidad y la informalidad. Si el candidato Rafael López Aliaga avanzó electoralmente es porque la formalidad ahora tiene muy poco peso y predicamento en la sociedad. E, igualmente, si el candidato Castillo insurge es porque el Perú oficial de las izquierdas se confunde con los mercantilismos tradicionales.

Sin embargo, ya no se trata de la clásica división entre una mayoritaria sociedad andina, excluida del voto y la propiedad, y una sociedad criolla que ejerce y goza de estos derechos, excluyendo a los demás. 

Desde las migraciones de los años cincuenta –y sobre todo luego de la Constitución de 1993– en el Perú surgió un capitalismo formal e informal que escribió un nuevo capítulo de nuestra peruanidad. Este capitalismo emergente triplicó el PBI y redujo la pobreza del 60% de la población a solo 20% (hasta antes de la pandemia) y convirtió a nuestra sociedad en una de ingreso medio. Sin embargo, la alta informalidad y los niveles de exclusión legal establecieron una sociedad en la que unos crecen a velocidad crucero mientras que otros lo hacen a velocidad de tortuga.

A nuestro entender esta diferencia en el crecimiento y la acumulación es la causa, por ejemplo, de que una de las sociedades con más capitalismo popular –como la puneña, por ejemplo–, suela votar por las izquierdas y los radicalismos. En realidad, estos sectores no votan por la izquierda sino en contra del Estado fallido que no puede comprar vacunas. Y allí reside la clave para superar esta existencia de dos sociedades, que liquida nuestras posibilidades de construcción republicana.

Los emergentes en Puno, Huancayo, Cajamarca y del resto del país están más que irritados en contra del actual Estado que, no obstante estar nadando en dinero, no ha logrado comprar camas UCI, vacunas y ni siquiera puede proveer oxígeno para los enfermos graves del Covid. Y se trata de ese mismo Estado que –a través del sistema tributario, del sistema laboral, de las innumerables sobrerregulaciones creadas en los niveles de gobierno central, regional y local– ahoga los emprendimientos populares y los condena a la informalidad. 

Si se desarrollara una investigación para determinar las amenazas al capitalismo del Perú formal e informal, inevitablemente se llegaría a la conclusión de que ambos sectores enfrentan los mismos problemas y el mismo enemigo: el Estado fallido. Por ejemplo, el sistema tributario y laboral ahoga al capitalismo, tanto el formal como el informal; como si las ideologías y los discursos fuesen largamente más importantes que la realidad. Ese mismo Estado fallido, que bloquea el emprendimiento, casi no provee servicios.

Cualquier intento de escribir una sociología de las últimas elecciones y de la sociedad, inevitablemente debe focalizarse en el Estado fallido que durante la pandemia y la emergencia ha asfixiado por igual a grandes y chicos, a formales e informales, a ricos, clasemedieros y pobres. Los únicos privilegiados: la burocracia colectivista.

El gran problema es que los relatos de las izquierdas, de los colectivismos y los comunismos, pretenden ocultar la causa del desmadre nacional tras envolturas frágiles como “el neoliberalismo”, “la exclusión del mundo andino”, o el recordado discurso de Francisco Sagasti acerca de la guerra entre “pobres y ricos”. Estos relatos ignoran que detrás de las demandas puneñas, cajamarquinas, ayacuchanas, etcétera, solo hay demandas de capitalistas que emergen y pretenden prosperar. Igualmente se olvida adrede que Lima es la mayor región andina o andinizada de todo el Perú.

En cualquier caso, falta la ideología, el programa y el relato que posibiliten organizar la nueva peruanidad y relanzar nuestra construcción republicana. En ese contexto, en estas elecciones emerge el problema con virulencia; pero falta organizar la solución mediante la liquidación de este Estado fallido, hoy en manos de una burocracia colectivista.

  • 11 de abril del 2021

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