Si preserva el Estado de derecho, ¡el Perú será una especie de Israel en la región!

Algunos se sorprendieron de que los gobiernos de México, Colombia y Bolivia apoyaran, como se dice, a rajatabla el golpe fallido de Pedro Castillo y le dieran la espalda a la democracia y el Estado de derecho. Es decir, algunos se quedaron abismados de que gobiernos amigos priorizaran los alineamientos ideológicos antes que el respeto a los tratados internacionales, las políticas de no injerencia y el respeto a la democracia. Más tarde, el Chile de Gabriel Boric se sumaría a la campaña antiperuana y, de pronto, el Perú era un Estado aislado en la región, cercado por una mayoría de gobiernos alineados con el llamado Socialismo del Siglo XXI.

Y si a esto le agregamos la campaña internacional de la prensa progresista en Europa y Estados Unidos, y la poca lealtad con la verdad de los corresponsales internacionales en Lima, entonces las instituciones republicanas del Perú no se están defendiendo de un golpe de Estado del eje bolivariano que ha devenido en una insurrección contra la Constitución y el Estado de derecho, sino que el Perú estaría aplicando una represión generalizada que ya ha causado más de 60 lamentables muertes.

En otras palabras, los responsables de las muertes no son las vanguardias comunistas que atacan a aeropuertos y decenas de comisarías, que masacran policías –todo esto contemplado en las transmisiones de la TV en vivo y en directo– sino el Estado represor. Algún alucinado, incluso, habla de “terrorismo de Estado”. 

El Perú, pues, está aislado de sus países vecinos y de la prensa internacional progresista como alguna vez lo estuvo el Estado de Israel de sus vecinos árabes y también de la prensa internacional. Y una de las preguntas que emerge es si la defensa del Estado de derecho será posible en el Perú en medio de esa tendencia internacional contraria, como antes algunos se preguntaban si Israel sobreviviría en medio de la adversidad de sus vecinos.

A nuestro entender, la sobrevivencia del Estado de derecho en el Perú dependerá de la moral republicana, de la capacidad de identificar la naturaleza de la amenaza al Estado de derecho y de la capacidad de resistir de las mayorías, el Ejecutivo, el Congreso y las élites, a la ofensiva de las minorías comunistas y radicales. Si se mantiene la Constitución y el Estado de derecho sin caer en los espejismos –que suele crear la desesperación– acerca de que un adelanto de elecciones o una asamblea constituyente restablecerá la paz social y la tranquilidad, es incuestionable que las instituciones permanecerán y el Perú se reconstruirá con extrema rapidez, como alguna vez lo hizo Inglaterra. A pesar del inclemente bombardeo nazi los ingleses mantuvieron con sus vidas su Estado de derecho y luego resurgieron como la conocida potencia mundial.

Es más, si el Perú mantiene su Estado de derecho todos los capitales e inversiones que huyen de Chile, Colombia, Bolivia y otros países del eje bolivariano aterrizarán en el Perú. ¿Acaso se necesita ser un sabio en economía para registrar la feroz fuga de capitales en Chile por la permanente incertidumbre de “un momento constituyente” que ya dura más de tres años? Si el Gobierno de Petro en Colombia aumenta impuestos a la producción petrolera y de carbón sin ningún criterio técnico ni competitividad, ¿acaso alguien cree que existirá inversión en exploración?

Si el Perú preserva su Estado de derecho y los demás países persisten en el eje bolivariano, en un periodo de diez años la relación del Perú con sus vecinos será algo parecido a la relación entre la pasada Alemania Occidental y la República Democrática Alemana antes de la caída del Muro de Berlín y la reunificación. Es decir, a la relación entre el desarrollo general y la pobreza generalizada.

¡Defendamos entonces el Estado de derecho a cualquier costo, por todos los peruanos que han muerto por el Perú y todos los que están por nacer!