Editorial Política

Semana Santa y reflexiones sobre la religiosidad

Anotaciones para los debates sobre filosofía y religión

Semana Santa y reflexiones sobre la religiosidad
  • 29 de marzo del 2024

 

Durante el desarrollo de la Semana Santa en el Perú –el país más religioso y católico de América Latina, según diversos estudios– la mayoría de la población es tocada por la vida y los sacrificios realizados por Jesucristo. De una u otra manera, la vida, la pasión, la muerte y la resurrección del Hijo de Dios está presente en el imaginario de los peruanos, y los fieles siguen las tradiciones milenarias de las celebraciones. Y los menos fieles se distancian de los rituales, pero siempre manteniendo el respeto que se ha guardado en las sociedades occidentales frente a la religiosidad.

Un sector del Perú oficial, el más moderno, el más vinculado a las universidades y a los distritos mesocráticos, considera que la religiosidad en el país está en retirada frente a las narrativas y fábulas del progresismo, que nacen del vientre marxista y anarquista y de las principales tesis del viejo Marx, quien sostuvo que la religión es el opio de los pueblos. La idea de una retirada de la religiosidad en el Perú no corresponde a la propia naturaleza humana y, por el contrario, el fervor católico y cristiano de los peruanos se mantiene y se desarrolla, sobre todo en los barrios populares y emergentes de las urbes, en las provincias y las comunidades andinas.

El objetivo de Marx siempre fue reemplazar la religión sagrada por otra laica y profana, porque era la única manera de disolver las tradiciones de Occidente y avanzar hacia la utopía del proletariado. Es decir, el objetivo del barbado alemán fue instalar una religión mundana que proclamara la igualdad abstracta y absoluta de los hombres, la colectivización de los medios de producción, el fin del capitalismo y la instauración del régimen de la dictadura del proletariado.

Bajo ese gran paraguas ideológico, las fábulas progresistas y neomarxistas han avanzado en la mayoría de las sociedades occidentales y en el sector moderno del Perú. Algunos sectores, incluso, llegan a creer que la religiosidad es sinónimo de ignorancia, desconociendo más de dos milenios de filosofía occidental, desde los griegos hasta nuestros días. La intolerancia del progresismo en contra la religiosidad natural de las sociedades, los intentos de cancelar a los creyentes y quienes siguen y respetan las tradiciones, solo revela que la nueva religiosidad laica y profana está construyendo un nuevo fundamentalismo en nombre de la libertad y el progreso.

¿Hacia dónde vamos con estas reflexiones? Creemos que el hombre no puede escapar a la religiosidad, que está en el ADN de las sociedades y la evolución social. Imposible. Si se reemplazan las religiones sagradas, tarde o temprano se desarrollará otra religión laica y profana. El arte de la tolerancia reside en entender que la religiosidad atraviesa todos los poros de la humanidad y, por lo tanto, el respeto y el entendimiento entre las religiosidades es la clave de la libertad.

En el siglo XX y el XXI todos contemplamos a los fundamentalistas comunistas convertir países y continentes en océanos de sangre, transformar sociedades viables en fábricas de pobreza de gran parte de la humanidad. Y no obstante, el comunista religioso sigue persistiendo en el error y continúa proclamando los evangelios profanos del marxismo sobre la plusvalía y la explotación de los trabajadores.

En estas fechas sagradas de Semana Santa, los hombres de buena voluntad, quienes promueven la tolerancia y las libertades, deben desarrollar una profunda reflexión sobre la religiosidad de los hombres y el legado de Jesucristo, no solo desde el punto de vista religioso sino también filosófico. 

En cualquier caso, una pregunta que ayudara a plantear los problemas. Si bajo las tradiciones judeo-cristianas –es decir, desde los Diez Mandamientos de Moisés hasta la Crucifixión de Jesucristo– se han redactado las mejores constituciones del mundo libre –sobre todo bajo la impronta de los derechos naturales del hombre– y los mejores códigos civiles y penales, ¿se pueden concebir las libertades y la sociedad occidental sin el aporte del cristianismo? Parece imposible.

También vale plantearse una pregunta desde la orilla diferente. Si se cancelan las religiones sagradas, sobre todo el cristianismo, y solo restaran las religiones profanas, cuyos textos son redactados por partidos únicos, por élites de intelectuales en nombre de naciones y clases autoproclamadas liberadoras de la humanidad, sin ninguna validación en la evolución social y las tradiciones, ¿hacia dónde avanzaría la humanidad? Ya sabemos que hacia un gran cementerio.

Por todas estas consideraciones, a celebrar con respeto la Semana Santa y recordar el sacrificio divino de Jesucristo.

  • 29 de marzo del 2024

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