¿Se organiza el Estado para enfrentar el Covid-19?

Diversos sectores de la población se preguntan qué va a suceder luego de que culmine el estado de emergencia, la cuarentena social y el polémico toque de queda establecidos por la administración Vizcarra. Luego de una convergencia nacional para enfrentar una amenaza externa y después de las primeras acciones, las sociedades y los diversos grupos humanos suelen interrogarse sobre cuál es el siguiente paso que se debe dar. 

Y quizá la pregunta más pertinente tenga que ver con qué ha hecho el Ejecutivo para superar las imprevisiones estructurales del Estado peruano para enfrentar la guerra contra el Covid-19 (coronavirus). ¿Por qué en este tema reside la pregunta central? Porque, más allá de los problemas reportados, es evidente que la sociedad formal e informal ha cumplido con los objetivos de la cuarentena para detener la propagación del virus. Pero si el Estado no se ha rearmado, de nada servirá el esfuerzo a menos que alguien considere cuarentenas indefinidas y estados de emergencia perpetuos.

Para nadie es un secreto que el Estado peruano había representado una suma de imprevisiones antes de decretarse el estado de emergencia. No se habían vigilado adecuadamente las fronteras internacionales, el sistema de salud estaba al garete –como se dice–, los hospitales estaban sin equipamiento, y las unidades cuidados intensivos (UCI) vacantes apenas sobrepasaban las decenas. En este contexto, se requería la unidad nacional alrededor de las medidas de emergencia para superar la imprevisión estructural. De lo contrario las posibilidades de una explosión de infecciones, como en España e Italia, estaría tocando nuestras puertas.

Si el Ejecutivo no está movilizando al Estado para desarrollar una guerra contra el Covid-19 en el mediano y largo plazo habremos perdido la guerra. Por ejemplo, ¿ya se compraron los kits para la detección del virus en tiempo real, siguiendo el ejemplo de Corea del Sur y el protocolo de Berlín? El éxito coreano contra el Covid-19 se basa en la masificación de las pruebas. No obstante que el pasado 20 de enero Estados Unidos y Corea del Sur, por ejemplo, anunciaron su primer caso de coronavirus, hasta el 16 de marzo pasado el primero solo había hecho 5,000pruebas y el segundo sobrepasaba las 200,000. 

¿Se han comprado ya los kits de detección del virus? Ya lo hizo Chile y lo va a hacer Colombia. El Perú solo ha realizado más de 6,000 pruebas. Necesitamos sobrepasar el millón para ubicar los focos infecciosos, desarrollar cuarentenas focalizadas y una política de aislamiento social de las personas de la tercera edad y personas en riesgo.

Igualmente, ¿qué se ha hecho para equipar a los hospitales, al personal médico y enfermeras con equipos de bioseguridad? En Wuhan (China), más del 40% de las infecciones se contrajo en los hospitales. Una cifra menor, pero parecida, se presenta en Italia y en España. ¿Qué se está haciendo al respeto?

De otro lado, ¿el Ejecutivo ha convocado al sector privado para desarrollar una alianza con el Estado para movilizar laboratorios y recursos en la lucha contra el coronavirus? En otras palabras, la pregunta es qué ha hecho el Estado durante la cuarentena para organizarse para una guerra de largo plazo contra el virus. Si no ha hecho nada, ninguna cuarentena ni estado de emergencia habrá servido. Recordemos que los estados de emergencia y cuarentenas indefinidas sumirían al país en un proceso recesivo e incremento de la pobreza que, en el corto y mediano plazo, destruirán todas las fortalezas –a pesar de las falencias– que hoy tiene el Estado para enfrentar al Covid-19. 

De otro lado, el solo hecho de que la informalidad sobrepase el 60% de la economía crea una situación extremadamente complicada con respecto a la parálisis de la economía. La mayoría del sector informal trabaja para el diario, y si bien los esfuerzos del Ejecutivo para entregar el bono de solidaridad de S/. 380 deben reconocerse, es evidente que todo será insuficiente. Si el Estado no se organiza para enfrentar el virus y las medidas de excepción se prolongan indefinidamente, tarde o temprano las reacciones sociales desesperadas se multiplicarán y el fracaso de la guerra contra el Covid-19 será más que evidente.

Sería una locura desear el fracaso de la administración Vizcarra en la guerra contra el coronavirus, porque representaría el exterminio de nuestros ancianos, de los pobres y de los sectores más desvalidos. Sin embargo, una guerra demanda un plan estratégico y otro táctico. El Ejecutivo ha acertado con la táctica, con las medidas de emergencia. Falta el mediano plazo.