Editorial Política

Representar a las sociedades informales

El desafío actual de las fuerzas republicanas

Representar a las sociedades informales
  • 30 de enero del 2020

Una de las conclusiones más importantes de las elecciones para el Congreso del domingo pasado es que la sociedad emergente e informal –que representa la abrumadora mayoría del país– ha comenzado a expresarse de manera directa, sin necesidad de los intermediarios del Perú formal o de los sectores políticos que tenían un pie en la formalidad y otro en la informalidad. Como ha sucedido en pocas ocasiones, el Frente Popular Agrícola (Frepap) y el etnocacerismo, agrupado en la Unión por el Perú, se han expresado directamente al margen de las izquierdas mesocráticas y también de las derechas populares.

¿Cómo leer estos resultados? Es la interrogante que debemos formularnos de aquí para adelante, con el objeto de entender el fenómeno. Es evidente, pues, que las élites del Perú formal han fracasado de todas las formas en la construcción de una sola sociedad, un solo país, una sola economía. A tal extremo que los llamados excluidos buscan sus propias formas de representación. Quizá la influencia popular del fujimorismo –hoy destruido significativamente– fue el último intento de representar a estos sectores para conectarlos con el Perú oficial. Sin embargo, los yerros acumulados por este movimiento y la campaña de antipropaganda nunca antes vista en nuestra historia, volaron por los aires el arraigo popular de los naranjas.

¿Qué puede suceder de aquí para adelante? La respuesta es simple: si el Perú oficial sigue en sus guerras frívolas, en la inaceptable judicialización de la política e ignorando las responsabilidades de la gobernabilidad, es evidente que la sociedad informal terminará triturando los últimos restos de la formalidad, y el futuro del país será una enorme interrogante.

De allí la enorme trascendencia de que las élites de la sociedad formal reaccionen, culminen la guerra política y se focalicen en los problemas del país. Y el principal de ellos tiene que ver con que el Perú emergente, las sociedades informales y populares, simplemente ya no soportan más al Estado que construye marañas de procedimientos y eleva los costos de la legalidad para marginarlos de la formalidad. Para el mundo popular el enemigo a destruir es el actual Estado que cobra impuestos y persigue, pero que no ofrece servicios.

¿Qué estamos diciendo? Que las fuerzas republicanas que defienden la Constitución y las libertades económicas, de una vez por todas deberían entender que el actual Estado es el enemigo del capitalismo popular que desborda al Perú oficial. Ese capitalismo popular es enemigo del injusto sistema de tributación, del sistema de derechos laborales que ahoga la posibilidad de hacer empresa, de la ausencia de derechos de propiedad en enormes bolsones de la sociedad, de las sobrerregulaciones y procedimientos que se levantan en los gobiernos central, regionales y locales para empoderar al burócrata y aplastar al emprendedor. En otras palabras, ese huracán de capitalismo popular quiere barrer con el actual Estado. Y si los movimientos republicanos no entienden esa demanda, la crítica del sistema estatal solo quedará en manos de los colectivismos antisistema.

Por todas estas consideraciones, los movimientos republicanos deberían liderar la crítica al Estado desde la perspectiva del capitalismo popular para restablecer los vínculos con el mundo emergente. Reformar el Estado del trámite y del burócrata empoderado debería ser el inicio de los nuevos puentes a construir entre el Perú informal e informal. Pero el viraje programático no es suficiente. Hoy se requiere abandonar la política que reduce la acción pública a campaña o estrategia electoral. Y necesitamos regresar al heroicismo de antes, en el que los programas, los sistemas organizativos y la acción directa en la base construía la representación de los electores. Finalmente, solo los frepapistas y upepistas desarrollaron una campaña electoral pueblo por pueblo, casa por casa, sin creer que todo empezaba y terminaba con la entrevista en el medio de comunicación. A reflexionar, pues.

  • 30 de enero del 2020

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