¿Quién es más populista? ¿El Ejecutivo o el Congreso?

La recesión que se tragará más del 12% del PBI, desaparecerá más de dos millones de empleos en las ciudades y sumará –por lo menos– tres millones de peruanos más a los seis millones que padecen pobreza, ha impulsado a los populistas, los colectivistas y los comunistas a desarrollar feroces campañas contra el sector privado. El argumento es uno solo: el Estado debe controlar los precios para que “el pueblo no sea explotado por unos feroces empresarios que solo quieren ganar”. A punta de esos argumentos se construyó la tragedia venezolana.

En el Perú, el Ejecutivo y el Congreso están forcejando para ver quién se gana con más rapidez el apoyo popular, ignorando la Constitución y el modelo económico que nos permitió triplicar el PBI, reducir la pobreza del 60% de la población a solo 20%, y transformar nuestra sociedad en una de ingreso medio (hasta antes de la pandemia). El Ejecutivo, por ejemplo, ha dictado una norma que obliga a los centros privados de educación –básica y superior– a informar de sus “costos fijos y variables” para rebajar pensiones y negociar con los usuarios. El argumento: la digitalización de la enseñanza rebajará costos. ¿Acaso no se sabe que el 85% de los gastos de un centro privado se destina a pagar los 15 sueldos anuales que establece nuestra costosa ley laboral para docentes y administrativos? Y, de otro lado, ¿por qué el Ejecutivo no devuelve los impuestos cobrados por digitalizar la educación de la escuela pública?

Asimismo, en el Congreso existe un proyecto de ley que propone rebajar las pensiones de los centros privados en 50%. Como se ve, todos van en busca del vitoreo de la semana. Si en un colegio privado una mitad de padres de familia puede seguir pagando las pensiones (porque trabaja en el sector moderno de la economía) y otra mitad no lo puede hacer, ¿qué significa una rebaja general de pensiones del 50%? Que el sector que puede pagar las pensiones solo abonará el 50% y el colegio solo recibirá el 25% de los ingresos usuales. En este contexto, ¿cómo se otorgará préstamos o becas a los padres de familia que no pueden pagar? O quizá valga preguntarse, ¿cómo sobrevivirá ese colegio? En otras palabras, es evidente que el populista o el colectivista estaría utilizando la pandemia y la recesión para estatizar la educación. ¿Acaso los padres de familia del centro privado pretenden que sus hijos vayan al colegio público, donde les enseñan que hay “un castellano estándar de las clases dominantes”? Estamos seguros de que no.

Algo parecido sucede con los proyectos de ley que pretenden congelar los intereses de los préstamos de los bancos. Hay un gran porcentaje de usuarios que pueden seguir pagando sus obligaciones porque pertenecen a la clase media de la economía formal. Es evidente que otro sector no lo podrá hacer. Si se congelan los intereses, los bancos y el sistema financiero entrarán en apuros y no sería nada extraño que algunos cierren secciones, programas y posibilidades. En este contexto, ¿cómo se reprogramarán las deudas y los intereses de los sectores que no pueden pagar? Sería imposible. Hoy cuando uno llama a un banco privado se alerta de las posibilidades de reprogramar deudas durante la emergencia. A los populistas y comunistas estos hechos no les interesan porque solo tienen un objetivo: estatizarlo todo y liquidar al sector privado.

El mismo fenómeno lo vemos en la campaña contra las farmacias privadas que agotaron sus stocks de medicinas genéricas contra el Covid-19 (que debería durar cuatro meses) en apenas un mes y días. En este contexto solo quedaron las medicinas de marca, que cuestan cuatro o cinco veces más que los genéricos. Los populistas, los comunistas y un sector del Ejecutivo utilizaron el desabastecimiento para demonizar a las farmacias privadas. Sin embargo, el Estado abastece el 80% de la demanda, y no hizo nada por los genéricos. Los privados solo atienden el 20% de las compras. Los populistas, pues, buscan el apoyo de la semana escondiendo la grave responsabilidad gubernamental en la distribución de los genéricos.

Como se aprecia, un fantasma recorre el Perú. Es el fantasma que agitan los políticos populistas e irresponsables en busca del apoyo semanal, sin que les interese el Perú y, sobre todo, el futuro de los pobres. Pura frivolidad.