La comisión de Constitución del Congreso de la R...
El Perú está entrampado, sumergido, empantanado en una crisis en que el Gobierno de Pedro Castillo promueve abiertamente el desgobierno nacional, la anarquía y la desorganización general del Estado y la sociedad; y la oposición en el Congreso no logra formar una mayoría política, ya sea para vacar o inhabilitar al jefe de Estado y la vicepresidente de la República. En medio de este empate autodestructivo, el Perú avanza hacia una anomia general, hacia una anarquía, en la que todo puede suceder: desde una salida autoritaria por la izquierda (constituyente) u otro tipo de autoritarismo que detenga la fragmentación nacional.
De alguna manera los civiles y políticos de hoy vuelven a protagonizar los mismos yerros de los años ochenta, cuando las influencias populistas y de izquierda y una tendencia feroz hacia el faccionalismo evitó enfrentar la amenaza terrorista y la hiperinflación que lo arrasaba todo. En ese contexto, el golpe de Estado del 5 de abril se impuso sobre la incapacidad de los políticos, e inició el fujimorato.
Las cosas entonces se presentan extremadamente graves. Pero hoy las bancadas de la oposición no solo no pueden formar mayorías para vacar al jefe de Estado por incapacidad moral permanente, ni tampoco avanzar en la inhabilitación constitucional de Castillo y de la vicepresidente Dina Boluarte, sino que ahora se dividen con gran irresponsabilidad adolescente y nos comunican que una conducción democrática de la mesa directiva en el Congreso está por verse. El faccionalismo en la política, entonces, lo cubre todo.
A estas alturas es incuestionable que Alianza para el Progreso (APP) tiene una enorme responsabilidad en la fragmentación, por no haber designado a los mejores congresistas para presidir la mesa directiva –en cumplimiento de un pacto político de bancadas–, considerando que la próxima directiva del Congreso deberá encabezar una transición política para superar la tragedia que ha desatado Castillo. En APP se prefirió al congresista más leal y manejable por el líder del partido.
Un pacto político entre bancadas en medio de una crisis general del sistema republicano, en medio de un avance de las fuerzas que promueven la constituyente (con un decreto que empodera a los sindicatos en contra de la inversión privada y con la promoción de las rondas), no puede manejarse como lo hizo el señor César Acuña. Todo eso es verdad.
Sin embargo, todos los que defendemos la Constitución, las libertades y el sistema republicano sabemos que APP y Acción Popular son fuerzas sin programa, sin identidad ideológica y muy inclinados a ese pragmatismo predominante desde el fujimorato. Para estas fuerzas la amenaza comunista puede ser una frase vacía. No tienen por qué comprender el fenómeno ni están interesados en el asunto, habida cuenta de que consideran la política como una prolongación de sus actividades comerciales.
Por todas estas consideraciones, el deber de movimientos como Fuerza Popular, Renovación Popular y Avanza País, con más identidad ideológica y visión del país, es entender la tragedia nacional que podría significar que el comunismo y el colectivismo lleguen a controlar la mesa directiva del Congreso. Si eso sucediera, entonces el chavismo habría tomado el poder en el país.
En ese sentido, el deber de las fuerzas conscientes de la amenaza comunista es aislar al enemigo principal de la Constitución y las libertades: el colectivismo y el comunismo. No hay otra. Ningún argumento puede subordinarse a este principio táctico que ha posibilitado, en innumerables ocasiones, a los demócratas salvar la libertad en Occidente.
El argumento de los puros, de los consecuentes, versus los pragmáticos y mercantilistas, solo revela que el noviciado en la política es un problema que afecta a derechas e izquierdas. Solo revela que la prohibición de la reelección parlamentaria, hecha durante la administración Vizcarra, ha destruido las posibilidades de formar una clase política.
Luego de las elecciones del 2016, el noviciado en una bancada absolutamente mayoritaria de Fuerza Popular nos llevó al vizcarrismo y a la actual tragedia de Castillo. Hoy el noviciado de la centro-derecha ideológica le puede entregar el poder al comunismo.
¡Reflexionemos entonces hasta el último minuto de la elección!
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