Editorial Política

No es la ley Agraria, ¡es el modelo, es la constituyente!

El verdadero objetivo de los violentistas en Ica

No es la ley Agraria, ¡es el modelo, es la constituyente!
  • 03 de diciembre del 2020

Las corrientes colectivistas, comunistas y radicales –es decir, las corrientes que nunca ganan elecciones– consideran que ha llegado el momento de la ofensiva final, luego de que la renuncia del Gobierno constitucional de Manuel Merino significara la abdicación de la mayoría de bancadas del Congreso a ejercer la representación popular para la que fueron elegidos, por temor a la llamada “calle”. La prueba de estos hechos es que las minorías absolutas del Congreso dirigen el Ejecutivo y el Legislativo.

Sin embargo, todo peruano de buena voluntad, todo republicano, debe apostar al éxito de la administración Sagasti porque es el único camino para recuperar gobernabilidad y garantizar las elecciones hacia el 2021. Imaginar la desestabilización del nuevo Gobierno es desatar un desborde social de pronóstico reservado. De allí que todos los peruanos honestos seguiremos apoyando a la administración Sagasti, pese a la barbarie del descabezamiento policial: como si un sector del Ejecutivo lo hubiese hecho adrede para facilitar la estrategia insurreccional que busca forzar una asamblea constituyente. Es decir, el único camino que puede terminar con las posibilidades de éxito de la presidencia interina de Francisco Sagasti.

Esta última afirmación no es una hipótesis. Se trata de hechos confirmados con la violencia que se desató en Ica. Grupos radicales y comunistas, vinculados al Foro de Sao Paulo, aprovecharon el justificado descontento de miles de trabajadores que son contratados a través de services para empresas inescrupulosas que violan la Ley de Promoción Agraria, Ley N° 23760. Los piquetes de radicales lograron imponer el caos por una sola razón: la policía había sido quebrada por dentro con la purga policial que desarrolló el ex ministro del Interior. Los efectivos estaban en huelga de brazos caídos luego de la demonización que alentó la izquierda.

Sin embargo, el escenario de las decisiones se trasladó al Congreso con la propuesta de derogar la Ley de Promoción Agraria. De pronto, la norma que pretende ser emulada por más de un país en América Latina, la norma que se inspiró en la agroindustria que emergió en los países del Sudeste Asiático (y fue una de las claves para que alcanzaron el desarrollo), la norma que transformó los desiertos y los pueblos menesterosos –que dejó la reforma agraria velasquista– en zonas de prosperidad, la norma que explica la pujanza de los pueblos costeros cercanos a la agroexportación, es decir, la mejor norma económica de las últimas décadas, pretende ser derogada en un festival de demagogia.

Nadie puede explicar que las exportaciones se hayan multiplicado de US$ 800 millones a US$ 7,000 millones en dos décadas, diversificando y complejizando la economía como nunca. Es evidente que hay problemas, es evidente que se necesita formalizar más, pero es incuestionable que esta situación es exclusiva responsabilidad del Estado, y no de las empresas agroexportadoras que construyen bienestar.

Si el Congreso deroga la Ley de Promoción Agraria se habrá convertido en el peor Congreso de la historia del Perú, el Congreso que entregó la República a unas minorías radicales y a las estrategias de los comunistas que nunca ganarán una elección respetando el sistema republicano. Es incuestionable que luego de derribar la Ley de Promoción Agraria, las minorías radicales empoderadas por los errores de la administración Sagasti –que desarmó a la policía– y la desorientación de las bancadas del Congreso irán por más: un bloqueo alrededor de una mina paradigmática y exigir que se derogue la Ley General de Minería para socializar “las ganancias de las empresas explotadoras”. Más tarde irán por las cadenas de supermercados para compartir los productos de pan llevar y luego sobrevendrá la constituyente, tal como cae la fruta madura de cualquier rama.

Sin embargo, sí hay una alternativa: si la administración Sagasti recupera a la institución policial, desarmada por los despropósitos del ministro renunciante, y si el Congreso deja de desorientarse ante el menor ventarrón de demagogia. En el Perú no hay masas, señores congresistas, existen minorías activas y radicales, y mayorías silenciosas que observan cómo se destruye el sistema republicano y la economía de mercado. Por favor, asuman su responsabilidad.

  • 03 de diciembre del 2020

NOTICIAS RELACIONADAS >

El sistema bicameral y las elecciones en Lima Metropolitana

Editorial Política

El sistema bicameral y las elecciones en Lima Metropolitana

  El Congreso de la República ha aprobado la reforma cons...

06 de mayo
El Congreso yerra, pero salvó el Estado de derecho

Editorial Política

El Congreso yerra, pero salvó el Estado de derecho

  Se ha vuelto un lugar común denostar del actual Congres...

02 de mayo
¿Gobierno débil o Ejecutivo sin norte?

Editorial Política

¿Gobierno débil o Ejecutivo sin norte?

  El ministro de Economía, José Arista, defini&oac...

01 de mayo

COMENTARIOS