Editorial Política

Las tareas del nuevo Gabinete

Terminar con la guerra política e iniciar diálogo nacional

Las tareas del nuevo Gabinete
  • 15 de julio del 2020

Luego de que el Congreso aprobara eliminar la inmunidad para todos los funcionarios, electos y no electos, en respuesta a la obsesión del Ejecutivo por eliminar la inmunidad de los congresistas, algunas cosas parecen haber cambiado en el escenario nacional. El jefe de Estado convocó a las elecciones generales del 2021 y aceptó relevar al Gabinete Zevallos, algo que parecía muy improbable, considerando el estilo del presidente Vizcarra.

Al fracaso general en la contención de la pandemia, a la explosión de infecciones, al aumento de la letalidad y a una recesión que amenaza con agravarse, se sumó la respuesta frontal y provocadora del Congreso. Y entonces el presidente Vizcarra se decidió por nombrar a Pedro Cateriano al frente de la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM) y relevó a otros 11 ministros de sus cargos. 

Considerando la reciente trayectoria de Cateriano –vinculada a la pasada guerra Ejecutivo versus Legislativo, que terminó en el cierre del Congreso– la decisión presidencial de nombrarlo al frente de la PCM podría interpretarse como parte de ese juego de acciones y reacciones entre los dos poderes del Estado. Una dinámica que destruye las instituciones republicanas y pulveriza las bases económicas que posibilitaron triplicar el PBI, reducir pobreza del 60% de la población a solo 20%, y convertir al país en una sociedad de ingreso medio (hasta antes de la pandemia).

En cualquier experiencia republicana medianamente consolidada, considerando el fracaso del Ejecutivo en la contención de la pandemia y el agravamiento de la recesión, el jefe de Estado hubiese convocado un gabinete de unidad nacional, en consulta y en diálogo con las fuerzas del Congreso y de la sociedad. No ha sido así, y las interrogantes crecen. Sin embargo, en medio de esta situación, los peruanos de buena voluntad tenemos que seguir apostando por aminorar el sufrimiento de nuestro pueblo. De allí que sería absurdo e ilógico desear el fracaso del Gabinete Cateriano, a sabiendas de que la pandemia avanzaría y la letalidad se incrementaría.

Por estas razones, una de las condiciones para crear un nuevo momento político en el país pasa por terminar la guerra política que se desató luego de las elecciones del 2016, continuó con la convocatoria al referendo, la reforma a tontas y locas de nuestra Carta Política, y tuvo su clímax en el cierre del Congreso, invocando una figura que no está contemplada en nuestra Constitución. Y aunque parezca inverosímil, la única manera de terminar con esta guerra política prolongada, que se desarrolla a iniciativa del Ejecutivo, es postergando la llamada “reforma política”.

Cuando el presidente Vizcarra señala que las tareas del nuevo Gabinete tienen que ver con la contención de la pandemia y el sistema de salud, la reforma educativa, la reactivación económica y “la reforma política”, sigue dejando una puerta abierta para los operadores de la guerra. Si el jefe de Estado hubiese dicho que la única manera de empujar la llamada “reforma política” pasaba por un acuerdo Ejecutivo - Legislativo, todo hubiese adquirido sentido, porque todos hubiésemos recordado el principio republicano acerca de que las reformas constitucionales que perviven son las que nacen del consenso político.

El Gabinete Cateriano entonces debe concentrar sus esfuerzos en contener la pandemia, evitar el aumento de la letalidad y reactivar la economía. El alejamiento de algunos sectores comunistas del Ejecutivo aumenta las posibilidades de focalizarse en estos esfuerzos, sobre todo en cuanto a la convocatoria del sector privado y la participación protagónica de las Fuerzas Armadas y las iglesias. Algo más: el relanzamiento de proyectos mineros –como el de Tía María– ahora parece plenamente posible por el alejamiento de Vicente Zeballos, quien amplificaba los criterios y opiniones de los sectores antimineros.

A partir de focalizarse en la lucha contra la pandemia y la recesión, el nuevo Gabinete estará en condiciones de buscar entendimientos entre Ejecutivo y Legislativo. Y de postergar todas las reformas constitucionales, que solo han sido el pretexto para desarrollar una cruenta guerra política e institucional de parte de un sector del país que pretende controlar el Estado sin ganar elecciones.

El sufrimiento de nuestro pueblo requiere grandeza, capacidad de renuncia y posibilidad de arriar banderas. Los políticos solo existen para hacer pactos con los adversarios, porque es la única manera de evitar la guerra y los enfrentamientos entre las diversas corrientes, grupos e intereses de una sociedad. El Gabinete Cateriano, pues, debe ser uno de paz. De lo contrario, todo será fracaso y oscuridad.

  • 15 de julio del 2020

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