Editorial Política

Las tareas del Gabinete Flores-Aráoz

Nuevo escenario político y el regreso del diálogo

Las tareas del Gabinete Flores-Aráoz
  • 11 de noviembre del 2020

La designación de Ántero Flores-Aráoz como presidente del Consejo de Ministros de parte del presidente Manuel Merino, en el acto, comenzó a realinear el escenario político nacional. Los peores temores acerca de que una coalición de partidos del Congreso asumiría las riendas del Ejecutivo, alterando de alguna manera el urgente equilibrio de poderes, quedaron atrás. En segundo lugar, las aprensiones acerca de que una coalición populista manejaría el Ejecutivo comenzaron a esfumarse. Y finalmente, el argumento de los sectores opositores acerca de que la vacancia y la sucesión constitucional de Manuel Merino solo era una repartija política de las bancadas no resistió el menor análisis. Flores-Aráoz juramentó en solitario porque, a partir de ese hecho, el presidente Merino y el nuevo PCM organizarían el Gabinete.

Quienes conocen al nuevo jefe del Gabinete saben que él ejercerá el cargo de manera real, de ninguna manera de forma decorativa. Entre los políticos con experiencia y sabiduría acumulada, Flores Aráoz destaca por su discreción y ponderación. Una extraordinaria noticia, entonces, en medio del deterioro institucional, político, económico y social que acumula la República con la vacancia y la sucesión constitucional del presidente Merino.

¿Por qué sostenemos que el escenario político se realinea en un solo acto? Si bien al cierre de esta edición no se conocía la conformación total del Gabinete –más allá de algunos trascendidos– era incuestionable que el nuevo Consejo de Ministros, por definirlo de alguna manera, iba a estar más posesionado hacia la derecha y en directa oposición a las corrientes populistas y colectivistas del Congreso. Una vez más, la condición de titular de la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM )de Flores-Aráoz permitía llegar a esta certeza, además de los rumores sobre eventuales nombres del nuevo titular de Economía y las otras carteras.

¿Cuál será el efecto de este nuevo realineamiento político en el Congreso? No es necesario ser pitoniso para predecir que surgirá una mayoría congresal conformada por Acción Popular, Alianza para el Progreso, Fuerza Popular y otros grupos, que respaldarán a la presidencia de Manuel Merino y al Gabinete de Flores-Aráoz. Una mayoría que ahora sí se enfrentará abiertamente a las corrientes populistas, demagógicas e irresponsables que, en medio de la pandemia y la emergencia, competían ferozmente en populismo con la pasada administración Vizcarra.

Cualquiera sostendrá con cierta justicia que estamos ante un wishful thinking. Sin embargo, vale tener en cuenta el siguiente razonamiento previo de partidos como AP, APP Y FP, con respecto a la convergencia de las nueve bancadas en el Legislativo antes de la vacancia. Según estas versiones, los mencionados partidos cedían ante el populismo como una manera de mantener la unidad del Congreso y para enfrentar la guerra política que sostenía la administración Vizcarra mediante “la llamada reforma política”. Una reforma que buscaba eliminar, por ejemplo, la inmunidad parlamentaria; y que pretendía convertir al Congreso en un apéndice de un Ejecutivo que se encargaba hasta de reformar la Constitución. Esa unidad de las nueve bancadas, basada en concesiones populistas, ya no es necesaria porque el Congreso no necesita crear una unidad artificial para enfrentar igualmente otra guerra artificial. 

Ni guerra política ni populismo entonces aparecen como males difíciles de evitar. El debate programático, el alineamiento alrededor de modelos políticos y económicos, entonces, volverá a organizar la actuación de las bancadas parlamentarias. Ya no existe más la amenaza de un Ejecutivo que puede interferir en la transparencia de las elecciones generales.

Otro de los hechos que merece destacarse es que la presencia de Flores-Aráoz y de ministros de larga experiencia política, de una u otra manera, implica el regreso de la buena política; es decir de aquella actividad que busca acuerdos, pactos y negociaciones permanentes, como la única manera de tramitar los conflictos en los sistemas republicanos. 

Desde las elecciones del 2016, la antipolítica se instaló en el sistema republicano; y de pronto nadie conversaba con nadie, nadie extendía un puente, porque todo tenía que ver con la defensa frente a la guerra política que animaba el ex presidente Vizcarra. El regreso de la política, de la buena política, pues, es una excelente noticia para la democracia, porque la política bien entendida es la única energía que moviliza a las instituciones y el espacio público de cualquier república. Regresa el optimismo para mirar el Bicentenario.

  • 11 de noviembre del 2020

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