Editorial Política

¿La sociedad inerme frente al antisistema?

Las consecuencias de una polarización que recrudece

¿La sociedad inerme frente al antisistema?
  • 19 de julio del 2018

 

La difusión de los audios en los que se revela un repudiable tráfico de influencias —en los miembros del CNM, del Poder Judicial y de la Fiscalía— y la burda intención de un sector del país de demonizar al Congreso como responsable de la corrupción, con el objeto de cerrar el Legislativo y adelantar las elecciones, no solo ha permitido visibilizar la crudeza de la corrupción sino también la falta de reservas democráticas en la sociedad.

En esta coyuntura ha quedado en evidencia que, no obstante los dos procesos de vacancia presidencial y la renuncia de Pedro Pablo Kuczynski, la polaridad fujimorismo versus antifujimorismo sigue intacta y hasta se ha acrecentado, a tal extremo que el Perú podría perder cinco años, sin reformas, con inversiones paralizadas y lentificación del crecimiento y del proceso de reducción de pobreza. El envilecimiento del espacio público, en la práctica, ha posibilitado que las fuerzas antisistema comiencen a avanzar en su objetivo de convocar a una asamblea constituyente para que redacte una constitución anticapitalista. Verónika Mendoza se propone liderar el sentimiento anticorrupción —pese a sus vínculos con las agendas de Nadine—, mientras que periodistas y personalidades de la cultura y la vida pública comienzan a hablar de una asamblea constituyente como si comentaran el próximo verano.

Es incuestionable que entre un sector de los medios y la mayoría legislativa del Congreso existe un abismo debido a la llamada Ley Mulder, que prohíbe la publicidad estatal en los medios privados. Sin embargo, muchos sectores de la sociedad se han impresionado por la manera como ciertos sectores del periodismo han informado sobre los audios: prácticamente desarrollando abiertas campañas de antipropaganda, como si se pretendiera desatar una crisis de gobernabilidad y el adelanto electoral. La falta de capacidad crítica en la información y la debilidad de las instituciones, por ejemplo, estuvo a punto de desencadenar un choque real de poderes el pasado martes, cuando el jefe de Estado convocó a una Legislatura Extraordinaria para que el Congreso “removiera a todos los integrantes del CNM”.

La convocatoria era un absurdo constitucional desde cualquier ángulo, no solo porque se convocó con un oficio (luego subsanado por un decreto), sino porque el Jefe de Estado se convertía en “dictador” al exigirle al Congreso que aplicara una facultad del propio Legislativo y también porque emitía una condena adelantada a los miembros del CNM, sin el debido proceso y al margen de la Carta Política. Felizmente, el Congreso, como se dice, le doró la píldora, aceptó la convocatoria y se autoconvocó a Legislatura Extraordinaria para superar el exabrupto palaciego. Ojalá, entonces, que se inaugure un camino de convergencia entre Ejecutivo y Legislativo para sancionar la corrupción y desarrollar las reformas.

Pero es incuestionable que hoy los activos políticos y económicos conseguidos en las últimas dos décadas están en cuestión por el desmadre de la política, la corrupción, la crisis de las instituciones y las fricciones Ejecutivo versus Legislativo que posiblemente se avecinan.

En medio de la crisis del espacio público, las iniciativas anticapitalistas avanzan pese a no haber ganado una elección. No solo se pretende prohibir las inversiones de cobre —con la llamada “Ley de cabeceras de cuenca”—, se resucita el mercantilismo (abierto por la iniciativa que prohíbe el uso de la leche en polvo importada en la elaboración de lácteos), se (el Ejecutivo) promulga los octógonos anticapitalistas para el etiquetado de los alimentos procesados, se sigue postergando la ampliación de la Ley de Promoción Agraria, se posterga la aprobación de una nueva Ley de Hidrocarburos, sino que se vuelve un imposible la concreción de alguna reforma urgente que el Perú necesita para recuperar la senda del crecimiento.

Poco a poco, pues, la guerra absurda que promueve la llamada izquierda caviar, los yerros garrafales del fujimorismo y la desesperación de algunos medios de comunicación por la ley de publicidad estatal empiezan a servirle la mesa a los aventureros y a los movimientos antisistema.

 

  • 19 de julio del 2018

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