La comisión de Constitución del Congreso de la R...
Una de las razones de que el proyecto bolivariano se entronizara en Venezuela fue la división de los sectores democráticos, e incluso luego del fracaso de la unidad se pasó a las mutuas excomuniones. La división de la oposición venezolana estuvo precedida por una intensa polarización en la sociedad –alentada por la inteligencia cubana– que, en vez de fortalecer la lucha contra el régimen de Chávez, promovió la división de consecuentes y principistas versus tibios, moderados y pragmáticos.
Al final, conocemos el resultado de la división en las filas de la oposición venezolana: el surgimiento de un régimen despótico, que ha causado una de las mayores tragedias humanitarias en uno de los países más ricos del planeta. El país del oro negro es uno de los más pobres del mundo (cerca del 70% debajo de la línea de pobreza) con cerca de seis millones de refugiados.
En el Perú, igualmente, frente al Gobierno de Pedro Castillo, Perú Libre y el Movadef, que propone una asamblea constituyente y la nacionalización de los recursos naturales, la sociedad se polariza en dos extremos cada vez más distantes. Sin embargo, en la última elección de la mesa directiva del Congreso, a pesar de la posibilidad de un eventual triunfo del comunismo en la conducción del Legislativo, la oposición se dividió entre los consecuentes y los pragmáticos y mercantilistas.
Al final se evitó el triunfo del colectivismo en el Congreso; no obstante, la mesa directiva –encabezada por Lady Camones y Martha Moyano–, en vez de tener a Renovación y Avanza País como acompañantes, tiene a Somos Perú y Podemos como escoltas. El resultado es incuestionable: la división de la oposición favorece al gobierno de Castillo y el proyecto de la constituyente.
¿Por qué la oposición se desconcierta y comienza a dividirse? La imposibilidad de sumar los votos suficientes en el Congreso –ya sea para vacar al jefe de Estado, inhabilitar a los miembros del Ejecutivo o iniciar una transición del desastre de Castillo– simplemente está aniquilando la moral de la oposición. Y, en la medida que la estrategia cubana de reclutar “niños” avanza, la oposición entra en desesperación.
Si se retrasa la vacancia o la inhabilitación, ¿la oposición está condenada a fragmentarse y desaparecer? No puede ser. Quizá para responder a esa pregunta vale señalar que una verdadera oposición republicana busca la vacancia o la inhabilitación de Castillo porque es uno de los pasos más importantes en el proyecto de reconstrucción del sistema republicano, hoy bastardeado por el control progresista de las instituciones. En ese sentido, la identidad de la oposición no puede empezar ni terminar con la salida de Castillo.
Por otro lado, cuando se habla de reconstruir el sistema republicano, en realidad se está señalando que el poder se construye, no se asalta a semejanza de los golpes de masas del progresismo que encumbraron al Gobierno provisional de Sagasti. Si la estrategia de cualquier proyecto democrático es la construcción del poder, de las instituciones y de los consensos, entonces no se puede renunciar a las batallas parciales que van construyendo una salida.
El Congreso ha tenido avances en ese sentido. Se ha archivado el proyecto de la constituyente, se ha elegido a los seis miembros del Tribunal Constitucional y se ha aprobado la ley de la confianza que restablece el equilibrio de poderes. Batallas parciales que son las únicas explicaciones del hecho de que hoy sigamos peleando por la libertad.
En ese sentido, mientras se sigue apostando a sumar los votos a favor de la vacancia o la inhabilitación de los miembros del Ejecutivo, es posible gestar una mayoría que apruebe una ley de desarrollo constitucional que delimite las relaciones entre el Congreso y el Poder Judicial, –hoy amenazadas por los amparos de jueces provisionales; igualmente, es posible elegir al Defensor del Pueblo y también es factible derogar los decretos que pretenden colectivizar las relaciones laborales.
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