La comisión de Constitución del Congreso de la R...
La mayoría de la economía, la sociedad, la política y la cultura en el Perú tiene un pie en la informalidad. Este fenómeno parece ser la característica inevitable de una evolución económica y social –a diferencia de otras revoluciones traumáticas– que derribó gradualmente las murallas que construyera el sistema republicano para excluir al mundo andino de los sistemas de sufragio y propiedad, luego de la independencia.
Una evolución económica y social que se expresó en las masivas migraciones del siglo pasado, en la Constitución de 1993, en las reformas económicas de los noventa y en la conquista de los Andes de toda la costa, que convirtió a Lima en la principal ciudad andina del Perú.
Como esta evolución de la sociedad se hizo contra el Estado oligárquico de ayer y de hoy, y al margen de los proyectos intelectuales y las élites políticas, surgió la informalidad como respuesta. Los estudios económicos, por ejemplo, nos dicen que más del 60% de toda la economía tiene algún nexo con la informalidad, y que cerca del 80% de los empleos son informales. La legalidad y el Estado y la política avanzaron por los parámetros oficiales mientras que la mayoría de la sociedad evolucionaba por caminos diferentes.
Es incuestionable que la Constitución de 1993, las reformas económicas de los noventa y los 22 tratados de libre comercio, de una o otra manera, establecieron una conexión con esa evolución, que creó centenares de mercados populares y el universo de los emprendedores, sobre todo en cuanto a la desregulación de la economía y la sociedad. Sin embargo, en la medida que las élites y los partidos políticos continuaron reproduciendo las lógicas oligárquicas del viejo Estado, en el Perú surgió la sobrerregulación que separó esa emergencia popular de la formalidad.
Desde el sistema tributario, pasando por el sistema laboral, las interminables sobrerregulaciones y procedimientos de los municipios, hasta los procesos kafkianos para obtener licencias o cualquier documento, se convirtieron en enemigos del mundo emergente y volvieron a la Constitución y a los 22 tratados de libre comercio en letra muerta. La sobrerregulación en el Perú no tiene nada que envidiar a las sobrerregulaciones de Venezuela o de cualquier país de la ex Unión Soviética.
En este contexto, el mundo emergente transformó al Estado en su peor enemigo. De allí que Sendero Luminoso pretendiera representarlo, iniciando una guerra contra el Estado en los años ochenta; de allí que los ciudadanos de Puno –la sociedad de libre mercado más agresiva del país, incluso, con capitalismo salvaje– suelan votar con la izquierda radical como una manera de castigar al Estado sobrerregulado que ahoga sus negocios; de allí que los mercados populares y las sociedades emergentes elijan la informalidad como una manera de sobrevivir frente a la asfixiante legalidad. Y de allí también que ahora las corrientes comunistas y colectivistas del Foro de Sao Paulo se propongan liderar este mundo emergente, planteando una asamblea constituyente.
Por todas estas consideraciones, las fuerzas de la oposición y la mayoría del Congreso debe entender en dónde están los enemigos. No pueden aparecer defendiendo al viejo Estado sobrerregulado construido en las últimas décadas, en contra de la Constitución y los tratados de libre comercio.
El mundo emergente y popular del Perú, la masiva toma de los Andes de Lima y de las principales ciudades de la costa, representan fenómenos con más parecidos a la gesta de los pioneros emigrantes en Estados Unidos que buscaban ampliar sus libertades políticas y económicas.
Los emergentes buscan un Estado que apenas los moleste en sus emprendimientos, quieren un Estado que les ofrezca servicios mínimos como justicia y seguridad. Estas sociedades de emprendedores no tienen nada que ver con el colectivismo y el estatalismo de los comunistas. Ellos ya lo dejaron en claro cuando derrotaron a Sendero Luminoso.
Por todas estas consideraciones, ¿quién se atreve a representar a este poderoso, pero silencioso mundo popular, liderando una propuesta para formalizar a la sociedad?
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